Dicen que el saber ocupa lugar. Es cierto como casi la mayoría del refranero. Hay estanterías llenas de vida (porque los libros son pura vida) que harían las delicias de algún goloso lector y le insuflarían siglos de conocimiento. Pero hay a quien el saber le ocupa para su tontería y le sobra civismo para aunque sea depositar los libros en el sitio correcto y no desparramados y tristes con las hojas del otoño. Con lo fácil que sería donarlos a una biblioteca, colegio, tienda se segunda mano, oenegé, vecinos, familia, conocidos o al primero que pase por la calle. Y reciclarlo de un modo correcto. ¡Ay, si supieran vivir!