
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
A Montero no le salen las cuentas
Los escándalos por las actividades conocidas a través del informe de la UCO respecto a Ábalos, Santos Cerdán y Koldo, me producen la máxima indignación, un profundo asco y un gran enfado como ciudadano y como socialista.
El daño a la credibilidad de la política es enorme y, probablemente, difícil de restaurar se haga lo que se haga. Más aún si la respuesta sigue obviando que se necesitan decisiones coherentes con la magnitud del problema.
Es intolerable que puedan existir en España casos como los denunciados por la UCO que ponen de manifiesto una manera de actuar corrupta en los concursos y adjudicaciones de obras públicas generando, además, desconfianza y desprestigio a nivel internacional. Pero aún me resulta más repulsivo escuchar los audios con los comentarios machistas que alardean de disponer de mujeres para el sexo cosificándolas sin pudor alguno. Todo es intolerable. Más aún, desde la izquierda.
Soy un convencido de la importancia de la política para solventar los problemas de la sociedad; aunque parezca una frase hecha, creo en la política con mayúsculas. Soy socialista porque los valores del socialismo se orientan sobre todo al bienestar general, a la igualdad y a los derechos sociales. A ello, modestamente, he intentado contribuir durante años.
Salvar la política y la democracia como instrumento de la sociedad es un asunto prioritario. Por encima incluso del partido. Pero salvar al partido, salvar al PSOE, está también por encima de cualquier persona que milite en esta organización. Digo esto porque al opinar sobre cuáles son las decisiones a tomar en el contexto actual, la clave para decidir debe ser esa: salvar a la política, salvar a la democracia y salvar al PSOE, por el hecho de ser instrumentos necesarios para la sociedad. Hay que evitar así un deterioro irreversible.
Y creo en ello porque estoy convencido de la necesidad de preservar al PSOE para que sea capaz de articular políticas socialdemócratas y capaz también de articular acuerdos de Estado sobre los enormes desafíos de la sociedad actual, también con el otro lado de la política: con la derecha; con el PP español y el europeo.
Se equivocan también en el PP si creen que la actualidad les exime de su corrupción pasada y de la reciente; también se equivocan si no se plantean reorientar el rumbo para salvar la política y evitar un deterioro irreversible de la democracia.
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