Una tapa de ballena

La tapa no es un regalo de la casa como nos han hecho creer, sino un producto que ya han incluido en el precio

Hay un viejo chiste que protagoniza un granadino que quiere montar un bar y poner a su hijo de camarero. Antes de abrir el negocio, el padre alecciona al descendiente: "Mira, hijo. Lo más importante para que esto funcione es agradar a todos los clientes y ponerles la tapa que pidan. Aquí tenemos de tó, que pa eso estamos en Graná ni pollas". El día que abren el bar entra un tipo y pide una cerveza con una tapa de ballena. El hijo entra un tanto inquieto a la cocina y le cuenta al padre el inusual pedido. Entonces el padre sale y le dice al cliente: "Mire usted, ballena sí que tenemos, pero no vamos a empezar una para una tapa".

Muchos bares granadinos ya se han dado cuenta de que para sus parroquianos más importante que la bebida es la tapa. El granadino siempre tiene en su cabeza un ranking de aquellos establecimientos en los que le ponen el mejor o el más abundante aperitivo. Pero es que esa sensación se la hemos traspasado a los que nos visitan, hasta llegar a poner turísticamente la tapa al nivel del patio de Los Leones o del monasterio de San Jerónimo. Ahora bien, ya que los bares granadinos nos han educado para consumir la tapa, al menos que sea decente, ya que no es un regalo de la casa como quieren hacernos creer, sino un producto que ya han incluido en el precio. Me remito a una experiencia personal. Fue el domingo pasado. Día de calor y paseo. Habían venido unos amigos y decidimos sentarnos en una terraza a tomar una caña. Nos soplaron casi once euros por cuatro cañas y nos pusieron una tapa de migas tan mal hechas que se las echamos a los gorriones y en vez de comérselas salieron huyendo. Ya que pagamos dos euros y sesenta céntimos por una caña, al menos pidamos que la tapa sea decente. Muchos bares no se esmeran en este tema y ponen auténtica bazofia de aperitivo. En esos casos yo preferiría que me cobraran menos por la bebida y poder elegir, para pagar aparte, una tapa más exquisita y elaborada, como se hace en la mayoría de los sitios de España. En una ciudad donde el mensaje principal al salir de casa es de "yo con dos tapas he comido", es difícil que triunfe la cocina de alta calidad. Otra cosa es que pensemos que no nos hace falta. Entonces hay que esperar a empezar la ballena.

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