Cambio de sentido

¿Quién teme a Lope de Vega?

Me sitúo contra todo intento de mandar callar y de –como Vox– hacer gala de ello

Mujer de poca fe, hasta hace nada he creído que la cultura había salido por completo de las lizas electorales. Lo que no se nombra no se ve, y es así, por el método de dejarla caer, cómo la cultura programada públicamente de forma persistente ha amainado considerablemente mientras arrecia otra cosa, que también llaman cultura, y que consiste en un evento caro y espectacular que sirve para la promoción del lugar donde se celebra. Cambiazo de modelo. Antes de promover grandes eventos culturales donde los políticos se retratan con esmoquin, conviene reparar el aire acondicionado de la biblioteca y cerciorarse de que hay cinefórum en el barrio y teatro en la plaza de la aldea. Los poderes públicos debieran tener claro –está en la Constitución– que la cultura y la educación han de ponerse a disposición de las gentes para que puedan abrir su mundo y no volver a ser engañados. Que, si no, después pasa lo que pasa, y el personal exclama, dando alaridos, aquello de “¡Vivan las caenas!”.

La cultura ha vuelto al debate, pero al bies, por las trabas que sufre en los sitios donde Vox, cogidito de la falda del PP, tiene mando en plaza. Ayer y aquí, Víctor J. Vázquez explicaba de los oros cómo se ejerce, vía presupuestos, una censura de facto. De una peli de Disney a una obra de teatro que versa sobre un maestro republicano fusilado, pasando por el Orlando de Virginia Woolf o el mismísimo Lope de Vega: todos a la hoguera. “Donde tengamos las competencias de cultura haremos lo que nos parezca”, ha dicho Abascal –sus gónadas toreras ahí– para extasiar a sus prosélitos. Dicho de otro modo: esto es un asunto programático del que presumen. Borja Sémper, por su parte, en un ataque de “pues anda que tú”, echó el día –no él, entendemos, su machaca comunity en intentar comparar estas cancelaciones con las intentonas llevadas a cabo por el puritanismo de izquierda, que tanto me alucina por inconsecuente, gringo y supertorpe. Sin restar deméritos a ninguna, en aplicación efectiva no son comparables las cancelaciones que se están llevando a cabo en lugares gobernados por PP y Vox con los amagos woke hiperventilados y vergonzantes a los que, por supuesto, también me opongo. Mi postura, lejos de la equidistancia, se extrema: me sitúo contra todo intento de mandar callar y de –como Vox y sus satélites civiles– hacer gala de ello. Como dijo Lope de Vega, a quien tanto teme la ultraderecha: “solamente no entiendo/ cómo se sufre a sí mismo/ un ignorante soberbio”.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios