Otro año más se repite la historia. Otoño casi primaveral y primavera que, ni conmigo ni sin mí, se prevé inestable. El Dios que mueve los hilos de la climatología actúa como una máquina que no es otra cosa sino un gran juego de azar meteorológico. Y esta imagen, de ayer mismo, antecede lo que parece inevitable; una estación que va a dar muchas vueltas. Pero dicen que campeón no es quien llega antes, sino quien llega más lejos de lo que los demás puedan imaginarse. Disfrutar de la belleza de Granada, soleada o cubierta, es un sorbo que necesita varios vasos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios