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El último gran sabio de al-Andalus era granadino, de Baza, al-Qalsadi al-Basti (1412-1486). Su vida merecería una película o una serie completa.

Vive nada menos que en el Quattrocento, coetáneo de Leonardo da Vinci (1452-1519) y el primer renacimiento de Europa con ciudades tan importantes como Florencia, Venecia, Sicilia…, donde al abrigo del floreciente comercio se produce el intercambio de las nuevas ideas y los avances científicos.

El momento era convulso. En Castilla a Juan II (1406-1454) le sucede Enrique IV (1454-1474) en luchas internas con su hermano Alfonso, pero consiguiendo estabilidad en el reinado de Isabel I (1474-1504) y Fernando II de Aragón, los Reyes Católicos. En el reino nazarí se suceden las intrigas entre Boabdil (Muhammad XII 1459-1533), su padre Muley Hacén, y su tío el Zagal.

Al-Qalsadi en sus viajes narra como era la formación de un científico. Inicia sus estudios en su ciudad natal, Baza, que era un núcleo intelectual y comercial muy importante en esa época, continuándolos en Granada. Para ampliar sus conocimientos viaja al norte de África, pasando largas estancias alojándose en madrazas y zawiyas, recibiendo enseñanzas de destacados maestros, escribiendo y dando clases él mismo a diferentes alumnos. Las madrazas disponían de alojamientos donde en un ambiente de estudiantes se podían compartir ideas y conocimientos.

Granada, Tremecén, Túnez, Trípoli, El Cairo, Medina, La Meca, Alejandría, serán el circuito de la ciencia árabe, puntos donde se le abrirán nuevas ventanas del conocimiento con destacados maestros.

Gran matemático, también se interesó por el sufismo, y escribió obras sobre lógica, reparto de herencias, gramática y lengua árabe.

En la ciudad de Baza, su maestro le enseñó el libro del matemático Ibn al-Banna al-Marrakushi (c. 1256- c. 1321), formado en Marrakesh y profesor en la madraza de Fez, su obra ejercerá una gran influencia en el joven al-Qalsadi.

Al-Qalsadi tiene varias obras de matemáticas, unas más amplias con demostraciones y otras resumidas con objetivos didácticos, de hecho se han utilizado como libros de texto en el norte de África durante varios siglos.

Sus estudios de aritmética y álgebra fueron muy famosos. Se ocupó de los sumatorios de series de cuadrados y cubos, utilizó un simbolismo idéntico al actual para representar las fracciones, realizando aproximaciones a las raíces cuadradas, y puso letras a las incógnitas de las ecuaciones, desarrollando así el carácter abstracto de las matemáticas.

Han estudiado a este autor, entre otros, C. Brockelmann, E. Calvo Labarta, J. Lirola Delgado, M. Marín 'Beja', Sánchez Martínez, M. Souïssi, y F. Woepcke.

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