¿Hacia dónde van el PP y el PSOE de Granada?

Toca fontanería en los partidos, imprescindible si dentro de dos años queremos tener proyectos y cabezas de cartel potentes a los que votar Las primeras citas de los congresos para renovar estructuras: marzo para el PP provincial y otoño para los socialistas

Dirigentes históricos del PSOE andaluz abogan por renovar el liderazgo de Susana Díaz.

Dirigentes históricos del PSOE andaluz abogan por renovar el liderazgo de Susana Díaz. / EFE

Oficialmente "no toca hablar de política", lo primero es derrotar la tercera ola del Covid, pero es la hora de la política. De los partidos. Y no es incompatible con hacer una buena o mala de gestión a nivel orgánico o institucional (incluso los políticos pueden -deberían poder- hacer dos cosas al mismo tiempo…). No nos equivoquemos, depende de lo que ahora se vaya construyendo, desde la esfera local a la nacional, que dentro de dos años tengamos proyectos sólidos y cabezas de cartel potentes a los que votar; que nos representen y que defiendan nuestros intereses; en el gobierno y en la oposición. Depende de la fontanería de ahora, de la mano izquierda y de la visión con que sean capaces de poner a punto las estructuras en la trastienda de los partidos. Fijando un horizonte claro sin paños calientes sobre dónde están y hacia dónde quieren caminar, creando equipos sin hipotecas ni ataduras y desactivando a los siempre escurridizos críticos.

Las elecciones gallegas y vascas fueron un aviso a navegantes, con relativo impacto para los grandes partidos, pero las catalanas de este domingo (si es que consiguen constituir todas las mesas y se celebran con cierta normalidad) irán mucho más allá del complejo resultado de fuerzas y bloques con que terminará la jornada para gobernar la Generalitat. El PSOE de Pedro Sánchez se lo juega todo al 'efecto Illa', Ciudadanos podrá comprobar con la frialdad de los datos hasta dónde se castigará la deriva naranja por la malgastada victoria de 2017 y el PP se enfrenta a la irrelevancia con el temido (y factible) sorpasso de Vox. En el lateral, los Comunes, aquí también, van por libre y en frente, en el bloque de los independentistas, los partidos catalanes tienen sus propias cuentas que ajustar: las de verdad, las de la confianza de la gente, no las efectistas de las fugas, las cárceles y las reeditadas fotos de Colón.

Para el PP será una semana clave. Por el golpe de timón que Pablo Casado se vea obligado a dar (profundizando o no en el viraje al centro que ya imprimió el pasado mes de julio siguiendo el ejemplo de Feijóo) y por el inevitable desgaste que está significando la entrada en escena de Luis Bárcenas expandiendo la mancha de la financiación ilegal del partido. Que el extesorero esté fabricando un relato de despecho a costa de la 'caja B' o haya una manta real de la que tirar se dirimirá en los tribunales; que no hay dos PP creíbles ni un muro de contención posible con la etapa de Rajoy es una sombra correosa difícil de borrar.

En plena tercera ola, el 14-F no solo devuelve la actualidad a la crisis catalana; también evidencia la creciente crisis de confianza que está torpedeando el frágil gobierno de PSOE y Podemos cuando apenas han cumplido su primer año de convivencia. Que la petición de cese de Pablo Iglesias por cuestionar la democracia en España haya llegado a change.org -más de 4.000 firmas se han unidos en 24 horas a la presión de intelectuales y veteranos socialistas- tal vez tenga un efecto boomerang inmediato uniendo al Ejecutivo, pero será una gota más que irá socavando una coalición que ya nació improvisada y forzada.

Lo bueno de las crisis, también en los partidos, es que acaban matizándose entre sí. Susana Díaz, por ejemplo, es hoy un problema para los socialistas andaluces que abogan por la renovación pero no tanto para el PSOE federal; no al menos como lo fue cuando la expresidenta de la Junta se veía en el sillón de Ferraz. Lo malo de las crisis, especialmente las de los partidos, es que funcionan como vasos comunicantes. Y lo local importa tanto como lo nacional.

Marzo para el PP provincial y otoño para los socialistas. Son las primeras fechas de congresos en los que los dos partidos con más arraigo en Granada se tendrán que retratar. Los militantes y las ejecutivas. Los populares llegan tras un año de travesía del desierto con el peso de la salida de Sebastián Pérez y la dirección frustrada de Pablo García. De la habilidad que ya está demostrando Francis Rodríguez, con un respaldo sin fisuras del PP regional, dependerá el recorrido que puedan tener movimientos internos de contrapoder como el amago de José Robles -no se pierdan el análisis de Gonzalo Cappa en A Cappa y espada- y será clave para que en Granada haya una renovación profunda y de unidad del partido. Porque hay que cerrar las brechas de división, pero también hay que recuperar el terreno comido por Cs y Vox si quieren volver a gobernar la capital y la Diputación.

En el PSOE provincial, Pepe Entrena está llevando con guante blanco tanto la dirección del partido como la Diputación. Sin estridencias y sin meterse en los charcos que con tanta facilidad salpican en la Plaza del Carmen. Esquivó las represalias del PSOE federal cuando tocó conformar las listas a las generales del 10-N y ha sabido mantener un equilibrio casi heroico entre Sevilla y Madrid. ¿Damos por amortizada a Susana Díaz como secretaria regional y candidata? Templanza y prudencia. Queda más de medio año para el congreso, hay demasiados ejemplos de políticos que resucitan y las alternativas no están claras. Hay que palpar el sentir de la militancia...

No son sus palabras literales pero casi…

Estamos acostumbrados a políticos que se deleitan escuchándose y a Entrena le gusta escuchar. Hay una imagen realmente elocuente (y pragmática) sobre su forma de ver esta (supuesta) crisis de liderazgo en el PSOE andaluz: en política pasan muchos trenes y no hay que precipitarse. Imaginemos que desde Granada cogemos ya el AVE a Valencia y luego resulta que todos están en León… Tal vez lleve razón, el arte de la política también tiene que ver con saber qué tren coger, cuándo y hacia dónde.

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