¡Estimado amigo y compañero Eduardo! Este 4 de marzo de 2021, tu corazón dejó de latir. No te pertenecía morir, pero esta cruel y maligna pandemia ha sido injusta contigo. Te llevaremos en lo más profundo de nuestros corazones todos aquellos profesionales que tuvimos la fortuna de trabajar contigo, desde el equipo médico, equipo de gestión, enfermeras, celadores, limpiadoras, repografía, y un largo etcétera…

Te conocí justo hace ya casi diez años, y al poco tiempo de incorporarme al hospital, Virgen de las Nieves, pronto nos hicimos compañeros, y luego grandes amigos. Me viene a mi memoria, cuando tuve que gestionar y elaborar las Guardias Médicas del Servicio de Cardiología, tú te ofreciste a explicármelas bajando al despacho de Hemodinámica, donde yo trabajaba en ese momento. También los neumólogos te querían muchísimo, te consideraban más un amigo, que el secretario del Servicio; así me lo manifestaron los doctores Ignacio Casado, Germán Roca, Silvia Merlos, justo después de irte al PTS.

Cuando hablábamos de nuestras aficiones, coincidimos que el senderismo nos unía enormemente. Me comentaste que querías subir al Mulhacén, ya que nunca lo habías coronado, y así lo hicimos. En ese día de septiembre de 2017, cuando casi el verano se va apagando, para dar paso al otoño, rememoro en mis recuerdos, grabados en mi retina, cuando pusiste la bandera de España, allí en todo lo más alto del punto geodésico del “Rey de Sierra Nevada”. A pesar de ese bajón de azúcar en la exigente subida, perseveraste hasta conseguirlo, siendo testigo directo las amenazantes nubes de tormenta.

En las altas cumbres, cerca del cielo, ahora acogerán para siempre el alma de un hombre bueno, por ser cercano, campechano y servicial. Mi más sentido pésame a toda la familia, a su mujer Loli, y a sus dos hijos. Recuerda, estés dónde estés, amigo Eduardo, estarás en una parte de mi corazón. Nunca te olvidaré. DEP.