"¡Mamá, fuego!": el grito de la niña fallecida en el incendio de Las Gabias que salvó la vida a su madre y su hermano

"Si no llega a avisar hubiéramos quemado los tres", admite la madre a través de la portavoz y abogada de la familia

La Guardia Civil, que se ha hecho cargo de la investigación, todavía trabaja sin una hipótesis principal

El niño herido en el incendio de Las Gabias en el que murió su hermana recibe el alta

Un agente de Criminalística de la Guardia Civil busca pruebas en el interior de la casa incendiada en Las Gabias
Un agente de Criminalística de la Guardia Civil busca pruebas en el interior de la casa incendiada en Las Gabias / J. J. Medina

Salvó la vida de su madre y de su hermano pequeño. "Si ella no avisa nos hubiéramos quemado los tres". Esa es la frase que Rosa, la madre de la niña de tres años que murió el jueves por la tarde en el incendio de su casa en Las Gabias, transmitió a través de la portavoz de la familia, la abogada Sandra Ortiz, quien ha ofrecido un relato de primera mano de lo sucedido y que también vivió desde prácticamente el principio. Según la sucesión de hechos, el fuego se originó en el salón, donde la familia tenía instalada una mesa camilla. En el momento de los hechos, en el interior de la casa solo estaban la madre, el bebé de dos años herido, y que ya está dado de alta, y la pequeña de tres que falleció. Ninguno estaba en esa estancia, sino en la cocina, fue la pequeña se percató de las llamas. "Gritó ¡fuego!", lo que hizo que Rosa se percatara del peligro. Sin embargo, durante unos instantes los tres quedaron atrapados dentro de la casa hasta que un vecino logró sacar de casa a Rosa y al bebé, pero no pudo lograr lo mismo con la menor, que con la confusión del momento se habría quedado dentro.

La familia ha ofredido su versión de los hechos para contar su vivencia, pero sobre todo por evitar confusiones. De forma oficial, eso sí, la investigación de la Guardia Civil aún busca dilucidar qué originó el trágico fuego, si el aparato que había bajo la mesa camilla u otra causa, como un cortocircuito. En el Instituto Armado no hay ninguna hipótesis principal y mantiene abiertas todas las posibilidades, según ha podido confirmar este diario. Pero ni siquiera la madre es capaz de recordar con claridad si todo se inició, precisamente, en la mesa camilla. Solo sabe que el fuego venía del salón, que está justo delante de la puerta principal de la casa.

Agentes de la Guardia Civil precintan la puerta de entrada a la casa incendiada
Agentes de la Guardia Civil precintan la puerta de entrada a la casa incendiada / J. J. Medina

Desde abril

El relato de la familia aporta bastante luz a los hechos trágicos del jueves. Juan, el padre, de origen alicantino, había salido a primera hora de la tarde con dos de sus hijos medianos, el de seis años y la pequeña. Al volver a casa, aparcó su Ford en la misma puerta del 4 de la céntrica calle San José de Las Gabias, y dejó a la pequeña en el sofá, porque se estaba quedando dormida. Era una tarde normal, de quehaceres. Ambos se habían mudado a Las Gabias el pasado 7 de abril. Vivían en Jódar, un pueblo de la provincia de Jaén, y habían vendido la casa en la que allí vivían para buscar un nuevo comienzo, más ahora que la hija mayor de ella acababa de cumplir la mayoría de edad, y que los más pequeños, de 5, 3 y 2 años estaban empezando a vivir. "La vieron y la compraron. Estaba vieja pero él es muy manitas y en ella podían estar con los niños", cuenta Sandra Ortiz, abogada amiga de la familia y ahora representante legal de esta ante la tragedia, la cual vivió en primera persona desde pocos minutos después.

En esa tarde rutinaria de jueves, Rosa le comentó a Juan tras volver del paseo con los niños que fuera a comprar pintura, ya que ambos estaban arreglando la casa que se habían comprado. De hecho, Juan había pintado parte de la fachada de blanco y en la misma mañana del incendio repellaba la pared exterior que daba al patio, donde hay una piscina , un espacio para meter el coche, y un cobertizo con leña. El padre cumplió y salió a por los materiales llevándose al mayor de sus hijos menores. En cuestión de minutos, la paz se convirtió en tragedia.

Un cámara de televisión filma el interior de la vivienda quemada en Las Gabias
Un cámara de televisión filma el interior de la vivienda quemada en Las Gabias / J. J. Medina

"¡Mamá, fuego!"

Rosa, la niña y el bebé estaban en la cocina, cuando la pequeña gritó "¡mamá, fuego, fuego!". "Rosa intentó apagarlo con mantas", cuenta la representante de la familia, que añade: "Ella cree que salían de la mesa camilla del salón". El humo y los gritos ya eran visibles desde la calle. Fue cuando uno de los vecinos, Daniel, se asomó a ver qué pasaba. Creía que era una pelea de calle pero vio a varias personas tratando de "tumbar la puerta". Algo que consiguió uno de ellos. "Entró y me sacó a mi y al niño", contó Rosa a través de su abogada. El vecino sufrió algunas quemaduras en el rostro.

Pero les faltaba la pequeña, que al parecer "se había metido para dentro de la casa". Rosa dejó al bebé en manos de una vecina e intentó entrar de nuevo en la casa pero las llamas ya eran demasiado intensas. Otros vecinos también lo intentaban. Daniel buscaba la manera de hacerlo también. "Yo veía el fuego y decía "no puedo hacer nada". Pero me digo que hay un patio grande, que igual entrando por ahí se puede sacar a la niña de alguna manera...". En ese momento vio a otro vecino romper una ventana para entrar en la casa en llamas pero "del humo que salió, el tío cayó para atrás muy feo, y me asusté". Un Policía Local escaló por la cancela, pero tampoco pudo acceder. Todo sucedió en apenas diez minutos.

Prácticamente al mismo tiempo, Sandra cerraba el despacho, a poco más de cien metros de la casa. Rosa, desesperada, le dijo que llamara a su marido, a Juan, algo que hizo. "Le dije: Juan, vente que la casa se está quemando. No le dije nada de sus hijos porque no sabía nada". Apenas llegar intentó acceder a la casa "para salvar a su niña pero lo tuvieron que parar", prosigue, en este caso, Daniel. "Aquí no se podía estar del humo", recuerda. También la "impotencia" que todo el mundo tenía. Llegó la Guardia Civil y poco después los Bomberos. En veinte minutos toda la casa, de tres plantas, estaba ardiendo. "Era caos y desesperación", cuenta Ortiz, apesadumbrada.

Hasta que no se extinguió el fuego, horas más tarde, no se pudo entrar a la casa para encontrar el cadáver de la pequeña. Lo que quedaba ya eran las cenizas y la devastación. Y la pena.

Hucha solidaria en la tienda El Ratoncito Pérez para ayudar a la familia afectada
Hucha solidaria en la tienda El Ratoncito Pérez para ayudar a la familia afectada / J. J. Medina

Una familia normal

"Ella es súpetrabajadora, coge los trabajos que puede", comentaba Raquel, dueña de la tienda El Ratoncito Pérez. "Se han quedado sin nada, no podemos dejarles solos", añade mientras sujeta una hucha que ha puesto en su tienda. Escrito a bolígrafo ha pegado un papel que pone: "Ayuda Rosa y Juan". Raquel conocía a la madre algo más que al padre: "Estaba de camarera de piso en el Hotel Luna, y hace poco por las noches se iba a cuidar a una mujer. Él es albañil".

"Egoístamente, menos mal que no estaba en casa", comenta otra vecina que vive justo delante. Ni ella ni su marido estaban cuando al llegar se encontraron la tragedia. No quiso dar su nombre por pudor, pero después de hablar con un agente de la Guardia Civil, contó que había conocido a Rosa (no sabía aún su nombre) el día del apagón. "Llevaban poco tiempo y salimos a ver qué estaba pasando, y me pidió que como estaba con los niños, que le comprara algunas cosas", relata. Recuerda, asimismo, ver a los pequeños en ese salón aquel 28 de abril tapados por una mesa camilla.

Eran una familia normal que se estaba haciendo a la casa. Esta vecina recuerda que ayer por la mañana, al salir, vio al padre pintando de blanco la fachada. Se ve que está a medio repellar. Detrás justo de esa pared está la piscina y un patio pequeño donde cabe un coche y algo más. El particular, uno de esos que quizás no pueda entrar en Granada por la ZBE, está aún desplazado unos metros. El paragolpes y las luces traseras del lado del acompañante están derretidos. Lo empujaron los vecinos, todos a una, para evitar que las llamas le alcanzaran y que pudiera explotar, cuenta Sandra Ortiz.

Dentro de la casa, el tamaño del horror lo delata la gran cantidad de cenizas que hay en el suelo. Se quemó todo, sobre todas las cosas, una vida que daba sus primeros pasos. Tres agentes de la Guardia Civil de Criminalística, protegidos con EPIs de color blanco y mascarillas colocaban en el suelo banderolas triangulares. Tienen esa forma porque así dilucidan la dirección que siguió el fuego. No es fácil encontrar pistas entre tanta destrucción. Un foco pequeño pero de gran potencia ilumina la estancia, estrecha, pero señorial, con una arcada sostenida por columnas al fondo del salón de la parte baja, y un falso techo de yeso que pudo soportar la virulencia de un fuego que siguió hacia las dos plantas altas. Solo un soporte metálico en la pared detalla dónde estaba la televisión. Pasadas las once y media de la mañana los investigadores precintaban la entrada a la casa, sin puerta. Sería alguna de las ascuas esparcidas aún por el suelo.

stats