Semana Santa

Granada se queda sin Semana Santa después de 82 años

  • La ciudad se quedará sin cofradías en la calle por primera vez desde 1938

  • La crisis económica de las hermandades a punto estuvo de cancelar la Semana Santa de 1975

Estación de penitencia de la Hermandad del Rescate en 1931

Estación de penitencia de la Hermandad del Rescate en 1931 / Archivo Hermandad del Rescate (Granada)

La última vez que Granada vio una primavera sin cofradías en sus calles, la historia de España se veía en blanco y negro. Era en 1938 y el fragor de la guerra aún mantenía su pulso. Las cofradías, ante la carestía y la inestabilidad social y política, se confinaron en el interior de los templos esperando tiempos mejores. Con un escenario totalmente distinto pero con un resultado idéntico, la historia se repite 82 años después: Granada no tendrá Semana Santa. 

Así, el coronavirus arroja un paisaje cultural totalmente insólito e inédito tanto en Granada como en el resto de Andalucía y de España. La primavera en nuestro país no tendrá ni su característico olor a incienso ni la fotografía sonora de cornetas y tambores. Ni pasos de Cristo ni tampoco de misterio. La fe, en el mejor de los casos, volverá a vivirse de puertas hacia adentro para no generar la menor concentración de público que pueda contribuir a la difusión de la pandemia del COVID-19.

La última vez que esto ocurrió la situación social y política era totalmente distinta: España estaba sumida en la Guerra Civil y cualquier tipo de celebración de este cariz hubiera provocado un mayor incendio en un país socialmente dividido y donde las manifestaciones religiosas suponían mucho más que una expresión de devociones y de cultura popular. La Semana Santa ya había caído en declive desde 1931, tras la proclamación de la II República, y las cofradías habían decidido retirarse de la vida pública de la ciudad. Así, y como señalaba José Gómez Sánchez-Reina: "El peligro de que los grupos extremistas aprovecharan el paso de las procesiones para promover alarmas en las calles repletas de público podía ser causa de sensibles desgracias".

Estación de penitencia de la Hermandad del Vía Crucis en 1935 Estación de penitencia de la Hermandad del Vía Crucis en 1935

Estación de penitencia de la Hermandad del Vía Crucis en 1935 / Archivo de Alfonso Valenzuela (Granada)

La Semana Santa de 1938

El foco de la guerra no se encontraba sobre Granada sino en Teruel. La ciudad, ya bajo el mando del bando sublevado, empezó manifestar su inclinación nacionalcatólica con distintas manifestaciones. Una de ellas una exposición de "objetos de culto que han sufrido daños por las hordas marxistas", tal y como rezaba en el diario Patria (4 de enero de 1938). Sin embargo esa situación no propició el hecho de que saliera ninguna cofradía a la calle tanto es así habría que esperar hasta 1939, recién declarado el parte del fin de la guerra para que salieran las primeras hermandades a la calle: un traslado del Cristo del Silencio y la Virgen de las Angustias el Domingo de Resurrección.

La situación, por tanto, respondía al clima social y político de aquellos años. El profesor Miguel Luis López-Guadalupe asegura que "no está muy claro que existiera una prohibición, más bien sería una consecuencia de la declaración del estado de guerra". Una situación compleja que se vivió, igualmente, desde 1936. La Semana Santa de 1938, última vez que Granada no tuvo Semana Santa, las hermandades celebraron en el interior de sus templos sus cultos. Fue el caso de La Cañilla y de El Silencio, que celebró el quinario al Señor de la Misericordia en la iglesia de San Justo y Pastor. El Viernes de Dolores, La Alhambra realizaba su función principal de instituto y acogía su exposición de enseres.

La Semana Santa de Granada durante la II República había ofrecido también intermitencias con un ambiente en la calle poco propicio para que las cofradías realizaran sus estaciones de penitencia. De un lado el gobierno socialista no expresaría su simpatía a este tipo de celebraciones y tampoco existía la capacidad económica para afrontar la salida de las cofradías, tal y como recuerda Antonio Padial en su libro rosa sobre la Historia de la Semana Santa a través de la Federación de Cofradías (2002).

La actividad de las cofradías se limitó en esos años (1932, 1933 y 1934) a un sencillo vía crucis por el interior de las naves de la Catedral. Como recuerda el testimonio gráfico de Antonio Torres Molina, en 1934, el Cristo de la Esperanza, de Pablo de Rojas, a fue el encargado de presidir el rezo de las estaciones, elevado sobre el paso de plata de Santa María de la Alhambra.

Una pequeña tregua ofreció el gobierno de la CEDA, que permitió nuevamente poner a las hermandades en la calle en 1935. En aquella ocasión realizaban su estación de penitencia las hermandades de de la Santa Cena y El Rescate (Lunes Santo), Santo Vía Crucis y Rosario (Martes Santo), Esperanza (Miércoles Santo), Alhambra (Jueves Santo) y Escolapios (Viernes Santo).

En 1975 las hermandades no tenía dinero ni para montar la tribuna y estuvo a punto de cancelarse la Semana Santa

La Semana Santa de 1975: al borde de la suspensión

El presidente de la Federación de Cofradías en 1975, Francisco Gómez Montalvo, presentaba la decisión de suspender la Semana Santa. Una decisión que venía motivada por Enrique Ceres, hermano mayor de El Rosario, quien había elevado esta propuesta ante la extrema situación económica que vivían las cofradías.

El cofrade Manolo Ocón, que ha investigado la historia de la Semana Santa de Granada, recuerda cómo en 1975 la decisión de salvar la semana mayor se adoptó 'in extremis', "gracias a la ayuda del gobernador civil y a algunos granadinos de verdad, con poder económico y social, que consiguieron que aquello no terminara en catástrofe", asegura. En aquellos años, recuerda Ocón, "no había dinero ni para montar la tribuna". 

La situación de 1975, donde la Semana Santa de Granada estuvo a punto de morir por falta de apoyo institucional, se saldó con la suspensión de varias estaciones de penitencia y las que lo hicieron "fue en el las más lamentables condiciones", recuerda Padial en su libro: Santa Cena, Dolores, Cañilla, Vía Crucis, Esperanza, Rosario, Gitanos, Alhambra, Aurora, Silencio, Santo Sepulcro, Favores y Soledad de san Jerónimo. 

Manolo Ocón recuerda que en aquel año las hermandades de la Semana Santa de Sevilla y de Málaga se ofrecieron a dar el dinero que hiciera falta para salvar la vida cofrade de Granada. Asimismo, existió un ofrecimiento de hermanos y de costaleros, para poder echar a rodar la Semana Santa: "hemos sido muy ingratos y nunca hemos sabido reconocerles esa ayuda".

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