El Papa continuó ayer en Portugal su actitud de autocrítica y afirmó, en un encuentro con unos 1.500 representantes del mundo de la cultura, que la Iglesia católica "debe aprender la forma de estar en el mundo".

En el Centro Cultural de Belén, en Lisboa, el Papa rompió el protocolo al bajar del coche blindado en el que viaja para saludar a los niños que le esperaban. Allí reconoció que existe un "conflicto entre presente y tradición" de la Iglesia y llamó al "diálogo respetuoso" entre las culturas y al "respeto por otras verdades".

Benedicto XVI explicó a los lusos que un pueblo que reniega de Dios "acaba perdido en los laberintos del tiempo y de la historia, sin valores claramente definidos y sin objetivos" y exhortó a los intelectuales a "no tener miedo" a confrontarse con Dios y a dialogar con los creyentes. Además, el Papa instó a los representantes del mundo de la cultura a difundir y defender los valores cristianos.

El Pontífice se pronunció también en favor de la construcción de "una ciudadanía mundial fundada sobre los derechos humanos y la responsabilidad".

Tras una breve reunión con el primer ministro portugués, José Sócrates, el Papa viajó en helicóptero al santuario de Fátima, a unos 120 kilómetros al norte de Lisboa, donde miles de peregrinos de todas las nacionalidades le esperaban para conmemorar la primera aparición de la Virgen a los niños pastores en esa pequeña localidad. La efemérides se celebrará hoy con una misa en ese lugar de culto.