Toros

La plaza de toros de Jerez de 1840 fue construida por el catalán Juan Daura

  • El primer coso junto a la viña La Constancia consta como anómimo en todos los tratados

Es un lugar común en la bibliografía taurina que la plaza de toros de Jerez, estrenada en 1894, se levantó sobre la anterior de 1840, que había sufrido un incendio en 1860, fue reconstruida, sufrió otro incendio en 1891 y por fin, se levantó la actual, aprovechando los viejos muros que se salvaron en los incendios, reedificación obra de Francisco Hernández Rubio.

¿Quién fue el arquitecto de la primera plaza, estrenada el 7 de junio de 1840? Aquel coso se levantó junto a la viña de "La Constancia", al este de Jerez, donde luce el magnífico edificio actual. Juan de la Plata, en su "Historia del toreo en Jerez", ha sido el único autor de tema taurino que se ha ocupado de la cuestión y apuntaba a un misterioso Juan Durán como arquitecto del edificio.

Ese Durán no encajaba pero Juan de la Plata no iba mal encaminado y tal vez cometió un error de transcripción o confundió sus notas porque el arquitecto de la plaza de toros de Jerez fue nada menos que Juan Daura.

Daura era entonces el arquitecto académico de mérito del gobierno de la provincia por Su Majestad y arquitecto mayor de la ciudad de Cádiz. En aquellos años era arquitecto de la ciudad de Jerez Malvino Marrón, que junto con el propio Daura, director de las obras, certificó la cabida de la plaza en 13.672 personas "con comodidad y desahogo" en la semana anterior al festejo inaugural, el día de San Fernando de 1840.

Ambos arquitectos certificaban que la plaza estaba construida con la solidez necesaria y conforme a las reglas del arte, para que el público pudiera ocuparla sin recelo con toda la seguridad. Daura certificaba como autor y director y Marrón como arquitecto municipal. Así consta en el periódico gaditano "El Nacional" en su número de 3 de junio de 1840, publicándose igualmente en "El Tiempo" del mismo día.

Justo un año después "El Popular" de Barcelona recuerda que la plaza de Jerez había sido edificada por el director de las obras públicas de Cádiz y su provincia, el teniente coronel Juan Daura. Además nos descubre que el jerezano Antonio Bonora se ocupó de los trabajos en madera.

Porque el nuevo edificio era de madera pero con una base de mampostería, la misma construcción mixta que diseñó Daura en 1841 para construir la plaza de toros que hubo en el Campo del Sur de Cádiz, junto a la Cárcel Real, entre 1841 y 1855. Esa base de mampostería permitió, que sobre ella se reedificara por dos veces la plaza.

Es de esperar que, en el futuro, la plaza de toros de Jerez no se consigne como anónima en la bibliografía taurina. Vamos a añadir algunos detalles desconocidos del estreno de esa plaza edificada al final de la calle Zaragoza, antes llamada Molino del Judío, que por cierto en aquella jornada de estreno se cortó al tráfico de carruajes y animales, dada la grandísima afluencia de público.

Hubo un gran ambiente en su estreno y mucha alegría porque, cinco horas antes de los toros, se supo en Jerez que había caído la plaza carlista de Morella. La animación fue tan extraordinaria que para finales de mes se programaron tres nuevas corridas de toros.

Los forasteros vinieron de todas partes, incluso algunos fueron víctimas de salteadores de caminos. Muchos aficionados gaditanos acudieron al festejo. Unos en omnibus desde Cádiz y otros desde El Puerto, previo pasaje a la vela por la Bahía, a 10 reales el mareo, como se decía en la ciudad. Los ómnibus, con 14 asientos dentro y tres fuera, tenía un tiro de seis caballos dirigidos por un postillón. Desde El Puerto la casa Ferrer h Hermanos, dispuso una flota de dos góndolas de 15 y 11 asientos, una tartana de 10, un coche de cinco, una berlina de 4 y una galera de 16. Ni que decir tiene que haciendo viajes de ida y vuelta de continuo.

Jerez tuvo un ambiente extraordinario y fue una jornada pacífica y festiva por el doble motivo de la victoria sobre los carlistas y la corrida de toros. Tanta paz hubo que apenas bastó media compañía de Infantería de Marina para mantener el orden. Ni que decir tiene que la plaza se llenó, hasta el punto de que se quedó mucha gente en la calle y se falsificaron boletines. La picaresca es eterna.

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