Toros

Rafael Serna se hace con una oreja en una jornada deslucida e interminable en Sevilla

La segunda novillada de abono celebrada ayer n la plaza de la Maestranza consiguió desafiar a la adversa meteorología en su primera parte, aunque comenzó con un considerable retraso provocado por los problemas que tuvieron los operarios para retirar la lona protectora del ruedo. La lluvia, finalmente, no iba a perdonar. Tampoco el mal criterio del palco.

Abrió plaza el novillero levantino Varea, que sorteó en primer lugar un ejemplar un punto desigual pero cargado de posibilidades al que enjaretó una faena larga y monocorde en la que hubo más cantidad que calidad y nula apuesta. Con el orientado cuarto, que salió con el ruedo convertido en una piscina, escenificó un interminable arrimón que tampoco obtuvo rendimiento.

El segundo del cartel, Curro Durán, tampoco logró levantar el inicial tono gris del festejo. Su primero fue un novillo con teclas que tocar, progresivamente rajado pero con una emotividad inicial que el novillero utrerano no logró doblegar. El durísimo quinto, que embistió a puñetazos, llegó a echarle mano de fea manera. Durán puso voluntad pero era imposible.

El que salió más sinceramente resuelto y preparado para solventar la papeleta fue el sevillano Rafael Serna, que cortó una oreja del tercero -la paseó bajo un diluvio- gracias a la calidad de su toreo al natural y la contundencia de su espada. Inesperadamente, la presidenta devolvió al sexto con la noche cerrada, más allá de las diez de la noche y en medio de un diluvio. El toro se negó a entrar en los corrales y acabó siendo muerto a espada por Serna después de mil intentos y hasta la salida de un picador en un espectáculo lamentable y evitable. Serna, finalmente, se enfrentó a un noble sobrero de Cayetano Muñoz bajo el diluvio. La lidia se sucedió sin lucimiento mientras la plaza se vaciaba.

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