Uno de las ventajas de vivir en Granada es que tienes un puerto pesquero a menos de una hora de la capital. Eso se traduce en pescado y marisco fresco a diario. Una de las variedades de marisco característico de la zona granadina de la costa oriental son las quisquillas de Motril, un crustáceo característico de estas aguas.

A primera vista, para ojos inexpertos, no tiene mucha diferencia a una clásica gamba. Para diferenciarlas nos podemos fijar en su color, que es algo más rojiza que la propia gamba después de cocerlas, mientras que bajo el agua son transparentes. En cuanto al sabor, la quisquilla es más dulce y su carne algo más dura.

Esta variedad se puede pescar en las aguas cercanas a Motril debido al propio clima. La orografía montañosa de la zona granadina, la necesidad de tener un fondo marino rocoso para su desarrollo y el viento que proviene del litoral hace que este crustáceo sea exclusivo de de esta zona y tenga un sabor distinto a los de su misma especie. Esto también hace que se pueda encontrar en cualquier época del año.

Es común servirse cruda, a la plancha o acompañando en algún plato elaborado

De cara a su consumo lo más común es que se sirva o cruda o con una cocción muy corta, haciendo que conserve todo el sabor original. Así este alimento es muy versátil a la hora de elaborar cualquier plato. Se puede incluir tanto en arroces, cazuelas o fideuás. También se puede pasar a la plancha y añadirle un poco de aceite de oliva virgen.

Su consumo, aunque sea un producto atemporal, es en verano cuando aumenta ya que los restaurantes situados a primera línea de playa son los que más demanda reciben de este tipo de comida. Eso no quiere decir que en otras estaciones las pescaderías de la provincia obtengan cierta demanda por parte de los consumidores.