Mar adentro

milena Rodríguez Gutiérrez

Modos de independencia

MIENTRAS todos andamos entretenidos contemplando el espectáculo de la independencia que se proyecta en Cataluña, otros se van independizando por su cuenta, despacito, sin hacer ruido, sin pedir permiso a nadie o sin que nadie se entere más que cuando todo ha terminado.

La hasta hace poco pedanía Valderrubio, por ejemplo, acaba de independizarse, con naturalidad, del municipio Pinos Puente, para convertirse en el municipio número 772 de la Comunidad Autónoma de Andalucía y en el 169 de la provincia de Granada que, al parecer, tiene el récord andaluz de municipios. Así que también España, el país de Europa con más municipios, sigue aumentando su número con el aporte fundamental granadino. La provincia con menos renta per cápita y con más paro tiene algo de lo que enorgullecerse: todo baja o merma, pero los municipios crecen.

También otros lugares españoles se independizan, aunque de distinta manera. Y es que hay muchos modos de independizarse. Madrid, por ejemplo, se está independizando, sin que muchos se den cuenta, de sus vecinos y del resto de España. Al revés de Cataluña, que se quiere independizar hacia afuera, con escándalo y de una vez, al modo más antiguo y tradicional, Madrid, postmoderna, se va independizando pedacito a pedacito, en voz baja y para adentro. Algunos lugares han alcanzado ya la independencia, como la castiza estación de metro Sol que, después de su independencia y sin que nadie se inquietara, ha pasado a llamarse Vodafone-Sol. No sé si será cierto pero algunos murmuran (es una independencia casi de susurro) que muy pronto habrá otros sitios madrileños independientes, como el parque Endesa-Retiro o, incluso, el palacio Bankia-Moncloa.

Pero Sol no es el único espacio madrileño que ha conseguido independizarse. También lo ha hecho la estación de Atocha; en este caso, sin necesidad de cambiarse de nombre. Desde que ha ocurrido, para entrar en los baños públicos de la independiente estación hay que pagar 60 céntimos de euro. Como si fuera una visa, supongo; igual que nos cobran por entrar en territorio extranjero. Y es que, ya lo decía, hay muchos modos de independizarse. Por si acaso, si usted tiene que visitar la independiente Atocha, procure llegar muy tarde, cuando su tren esté a punto de salir y procure, también, no padecer cistitis, porque estos independientes baños públicos, implacables con el intruso inmigrante, van a cobrarle muy cara su extranjería.

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