Cámara subjetiva

Ángeles Mora

Los intereses y la democracia

NO es que tuviéramos esperanzas, para qué vamos a engañarnos. No esperábamos que PSOE Y PP, nuestros dos partidos mayoritarios, tuvieran la grandeza y voluntad política necesarias para subsanar la gran injusticia que nuestra Ley Electoral ampara para vergüenza de nuestra democracia. Me refiero naturalmente al sistema de representación parlamentaria. Todos sabemos que el reparto de escaños en el Parlamento no se corresponde con el número de votos recibidos por los candidatos, puesto que la ley "castiga" a los partidos minoritarios (¡ojo!, si no son minorías nacionalistas, que hasta ahí podíamos llegar). ¿Por qué? Dicen que para facilitar la gobernabilidad, que es una bonita excusa, pero ellos sabrán. De manera que un diputado de IU, por ejemplo, necesita casi quinientos mil votos para sentarse en su escaño, mientras que uno del PSOE o del PP se sienta allí con menos de setenta mil, hablando en números redondos. Está muy dicho, ya lo sé, pero la verdad hay que repetirla con ocasión y sin ella.

Según Llamazares esta ley promueve "el pucherazo". Y lleva razón, pues con ella miles y miles de votos que caen en las urnas no se contabilizan en la práctica. Pero no se asusten los pusilánimes. No es que por ese cambio IU o UPyD fuesen a desalojar a socialistas ni peperos de sus grandes bancadas. Así que la "gobernabilidad" no sufriría merma. Pero todo sería más serio, justo y democrático. Y así los ciudadanos que votan a los partidos minoritarios podrían sentir que tienen voz en el Parlamento, que no están amordazados.

No, la verdad, no esperábamos que cambiase el sistema de representación. Tampoco que se avergonzara el "equipo de trabajo" que ha estado preparando la reforma y que no ha considerado necesario subsanar esta aberración. En política no hay vergüenza sino intereses. Y si la democracia y la justicia e incluso el honor significaran todo lo que deberían significar viviríamos en otro mundo y no en éste.

Si valieran lo que deberían valer tampoco, por ejemplo, estaría pasando lo que está pasando con el pueblo saharaui: 35 años abandonado por España y la comunidad internacional, que ahora se lava las manos ante el terrible ataque marroquí en El Aaiún. España cumplió en su momento con los intereses occidentales y de Estados Unidos, contrarios a la creación de un Estado independiente tan cerca de Europa y auspiciado por Argelia. Hoy lo que no interesa sin duda es molestar a Marruecos. Intereses, amigos. Los Derechos Humanos se quedan para los discursos.

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