Cajón de sastre

Francisco González / García

El fantasma blanco

24 de febrero 2015 - 01:00

PODRÍA titular este 'cajón' como "la blanca ilusión" de la Universiada, pero entonces caería en los tópicos que tanto le gustan a nuestro alcalde y que tan maravillosamente han aprendido todos los dignatarios y responsables de la FISU. Y en el discurso final, el tópico de los tópicos. Todo es posible en Granada. Tan posible como que la prueba se haya celebrado en dos países y les ha gustado. Tan posible como que por el camino se hayan quedado muchas inversiones prometidas. Tan posible como unas obras del tranvía que pasaban por las puertas de tres de las instalaciones de la Universiada y que tenían que estar finalizadas hace un par de años. Tan posible como unas comunicaciones por carretera y ferrocarril que solo sirven para que los poderes que deben cuidar por los granadinos se las tiren a la cabeza de continuo. Tan posible como que el alcalde de Granada promocione el aeropuerto de Málaga. ¿Qué no sería posible en Granada si tuviéramos unas comunicaciones dignas? ¿Qué no sería posible en esta ciudad si su clase política hiciera piña por defenderla y no se dedicara a enfrentarse con el gobierno de cualquier nivel?

Escuchaba al alcalde en la clausura de la Universiada: Granada debe ser referente de los deportes de invierno, decía. Y pregunto: ¿del biathlon, del bosleigh, de la combinada nórdica, del esquí nórdico (sin la Ragua), del luge, del patinaje velocidad, del skeleton, de los saltos de esquí? ¿Para al menos 100 pruebas durante 18 días con unas 90 naciones (no universidades), unos tres mil atletas y otros tantos acompañantes y otros mil periodistas? ¿Con al menos dos palacios de hielo y cinco centros de alta competición para unos treinta mil espectadores? ¿Y luego más o menos la mitad de estos números para deportistas con discapacidad? Dígame, señor alcalde, si es capaz de pedirlo y exigirlo en Sevilla y Madrid o dejemos de vender fantasmas blancos. ¿Qué ilusión nos vamos a inventar ahora? Además de para intentar leer la diminuta letra de los folletos de la Universiada, los granadinos tenemos los ojos como platos viendo cómo se progresa en otras ciudades próximas mientras aquí seguimos estancados, en vías muertas que no se mueven o en carreteras eternamente prometidas y con alcaldes que prometen repetir y que gustan de los tópicos más añejos. Vale.

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