Cambia, todo cambia

Alberto Matarán

El patrimonio municipal, en malas manos

ANALIZAR cómo se ha cuidado el patrimonio es probablemente la mejor manera de evaluar la gestión de un ayuntamiento. Los últimos gobiernos municipales del PP en Granada son claros ejemplos de maltrato al patrimonio en todos los sentidos. La deuda que nos han dejado a todos los granadinos y las granadinas se ha elevado de manera exponencial en los últimos años hasta llegar al menos a 300 millones de euros. Las privatizaciones de multitud de servicios municipales en lugar de disminuir la deuda han servido para incrementarla, ya que se ha perdido la capacidad de recaudación y de iniciativa política en algunos ámbitos. Esto es flagrante en el caso del agua, pues la privatización de Emasagra fue prorrogada 25 años aunque el dinero que ingresó el Ayuntamiento no ha evitado la quiebra actual, con el agravante de que la multinacional francesa Suez recibe anualmente un beneficio mucho mayor al del aAyuntamiento.

Finalmente, la corrupción urbanística destapada por la 'Operación nNazarí' señala enormes perjuicios para el patrimonio municipal y con ello para el patrimonio de quienes vivimos en esta ciudad. El último caso que ha estallado es el de la Casa Ágreda, donde nos encontramos con una tasación más que cuestionable que redujo sustancialmente el valor tasado anteriormente, un alquiler irrisorio como el que pagan otras empresas arrendatarias del Ayuntamiento en otros espacios (y que alguien debería investigar urgentemente), y algunas otras prebendas denunciadas de manera detallada por la oposición municipal, con la exdecana del Colegio de Arquitectos y actual concejala Marta Gutiérrez a la cabeza.

Este caso constituye un desprecio por el patrimonio en una doble vertiente. Por un lado, se genera un supuesto perjuicio a las arcas municipales a favor de una ONG marroquí que según ha informado la prensa pagó viajes de lujo a dirigentes del PP. Y, por otro lado, se privatiza para fines poco claros un edificio histórico que forma parte de la rica herencia arquitectónica que tiene nuestra ciudad, que debería ser precisamente uno de los pilares en los que basar un nuevo modelo urbano y productivo.

El desarrollo de la economía local debe incluir la puesta en valor de aquellos bienes que forman parte esencial de la identidad de una ciudad y que además constituyen elementos diferenciadores que dan sentido a la propia idea de economía local.

Frente a todos estos desmanes es necesario cuidar y dinamizar el patrimonio, evitando su abandono, como ocurre actualmente con la Casa Ágreda y, por supuesto, acabando con la idea de que vender el patrimonio (ni caro ni barato) sea la mejor solución para la economía de una ciudad.

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