Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Anatomía de un bostezo
EL titular de este Cajón está tomado "literalmente" de la conocida canción Vuelvo a Granada compuesta, en 1968, por Miguel Ríos. La letra de la canción dice (y perdonen el plagio): "Vuelvo a Granada, vuelvo a mi hogar. El tren va muy despacio, hay mucho tiempo para llegar. La gente duerme en el vagón, mientras por las ventanas muy débilmente se cuela el sol. Vuelvo a Granada, vuelvo a Granada, vuelvo a mi hogar. Entre mi gente encontraré la felicidad. Casi dormido puedo mirar las cosas que a lo lejos ya para siempre me retendrán. Vuelvo a Granada, vuelvo a Granada, vuelvo a mi hogar. Entre mi gente encontraré la felicidad. Vuelvo a Granada, que vuelvo a Granada, que vuelvo a mi hogar".
Cuando este verano regresaba en el tren AVE desde León me acorde de esta canción al ver en la estación de Atocha de Madrid que los viajeros a Granada llegábamos en bus por Antequera, mientras los viajeros a Gandía o Figueres o pongan muchos otros destinos, llegarían en su tren. ¿Cómo podía ser que la ciudad con el monumento más visitado de España estuviera en semejante situación? ¿Cómo hemos podido aguantar esta situación, y otras, en Granada?
Ya en 1968 el tren llegaba muy despacio a esta ciudad, había tiempo. Y tanto como que casi cuarenta años después el tren no llega, ni podemos ver el sol amaneciendo en trenes nocturnos a Madrid o Barcelona porque ni eso tenemos.
Parece que nuestra clase política, de todo signo, no regresa porque la felicidad la encuentran en otros lugares allende Despeñaperros o a orillas del río Betis. O en tranquilas jubilaciones para pasear a los nietos o en cómodos sillones donde colocar a los vástagos.
Parece que ya no estamos casi dormidos y nada nos retiene para decir que estamos hartos de la tomadura de pelo que toda la clase política somete a esta ciudad con el tren que va muy despacio. O con el aeropuerto ninguneado o con las carreteras que se caen si llueve algo más de lo usual. Y como ironía suprema en las fotografías de la manifestación del pasado sábado vemos que se partió de la verde alfombra del otro tren, mal llamado metropolitano, que lleva en vía muerta casi una década.
Puede resultar que llegar a Granada sea casi un sueño, ya lo dice la canción (Granada, tierra soñada por mí). Que los granadinos vuelvan a su hogar tiene su mérito porque casi no podemos salir de esta maravillosa ciudad. Que nos movamos, que marchemos, que despeguemos es toda una heroicidad. Vale.
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