La esquina

La Tierra, el Sol y el condón

EL 15 de febrero de 2009 la Iglesia Católica celebró una misa en honor de Galileo Galilei, filósofo, matemático, padre de la física moderna y padre de la astronomía moderna. Habían pasado 376 años desde que la misma Iglesia lo condenó y prohibió sus libros. 376 años han sido necesarios para que Roma reconozca que Galileo tenía razón, que la Tierra gira alrededor del Sol y no al revés, aparte de otras aportaciones científicas del pisano.

Dado que vivimos en un mundo globalizado e informado, en el que el conocimiento vuela y la ciencia se impone, sospecho que la Iglesia Católica, cuya capacidad de adaptación y supervivencia es milagrosa, tardará menos de 376 años en admitir que el uso del preservativo en las relaciones sexuales es una medida conveniente para luchar contra el sida, sobre todo en África, donde hay más de veinte millones de seres humanos infectados por el virus. Es en África donde el Papa Benedicto XVI se ha pronunciado contra este método anticonceptivo.

La Tierra gira alrededor del Sol, ciertamente, aunque la jerarquía católica se haya obstinado hasta anteayer en defender lo contrario, con tal de no asumir que el hombre que puebla el planeta resulta no ser el centro del universo. El condón ha demostrado, según la comunidad científica, ser más efectivo contra la propagación del sida que las llamadas a la responsabilidad, el autocontrol y la aceptación resignada de las enfermedades, y los hijos, que Dios quiera enviar.

Un abismo de distancia moral y humana separa la actividad abnegada y realmente heroica de miles de religiosos y seglares católicos que cuidan a los enfermos de sida y previenen que otros lo sean en lugares apartados y míseros y esta cerrazón dogmática que sale de Roma sin un simple atisbo de sensibilidad ante el sufrimiento de los más débiles, que, según tengo entendido, eran objeto de predilección por parte de Jesucristo. Roma les ordena a los pobres de África o de América Latina que se aguanten con la maldición de que la práctica del sexo les condene a enfermar con riesgo de muerte o a tener una docena de hijos a los que no pueden alimentar. O eso o abstenerse, alternativa que sólo es fácil de predicar cuando el predicador la ha aceptado como un deber sagrado para sí mismo. ¿Con qué derecho la quiere imponer a los demás?

Ésta no es una cuestión de ideologías. Gobernantes conservadores de Francia, Alemania y Bélgica se han escandalizado por las manifestaciones de Benedicto XVI. Porque son escandalosas. El cristianismo es una religión de amor y perdón. Espero que sus pastores lejanos no tarden 376 años en recordarlo y lleguen a amar y perdonar a los que utilizan preservativo. Aunque no sean Galileo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios