Editorial

Acto político o apología del terror

LA Audiencia Nacional juzga desde ayer a los dirigentes radicales vascos Arnaldo Otegi, Joseba Permach y Joseba Álvarez, por su participación destacada en el mitin organizado en 2004 por Batasuna -ilegalizada ya entonces por su vinculación con ETA- para presentar una propuesta de resolución del conflicto de Euskadi. El juicio se produce en una coyuntura en la que la extrema debilidad de la banda terrorista coincide con el propósito de Batasuna de participar en el juego democrático y poder acudir a las elecciones municipales desde la legalidad. La defensa de Otegi y los otros acusados se basa en el carácter político de su intervención en el mitin, la apuesta que en él se hizo a favor de las vías políticas para alcanzar la paz en el País Vasco y el conocimiento que el Gobierno socialista tendría de aquella convocatoria por sus contactos con la propia Batasuna, extremo este último en el que será fundamental la declaración del presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, citado hoy por la defensa de Otegi. Es de destacar, en todo caso, que en aquel momento Batasuna era el brazo político de ETA y que no es verdad que aquellas negociaciones abrieran el camino para la liquidación de la violencia. Al contrario, el fracaso del proceso de paz, decretado por los terroristas, fue lo que hizo posible la unidad democrática y la vuelta a la política de firmeza que han llevado a ETA a sus peores momentos. Por otra parte, existen numerosas pruebas de que el mitin de Anoeta no fue un acto estrictamente político en defensa de una reivindicación independentista con procedimientos exclusivamente democráticos. Allí se exhibieron vídeos e imágenes de terroristas, vivos y muertos, en claros fines de exaltación y homenaje, se corearon gritos a favor de ETA y, en resumen, se volvió a poner de relieve el afán de los batasunos no de alcanzar la paz renunciando a la violencia, sino de lograr objetivos políticos a cambio de una hipotética disolución de ETA. Tan hipotética que aún hoy, seis años más tarde, no se ha producido. De momento lo único que ha cambiado es la prisa de Batasuna por volver a los ayuntamientos. En Anoeta se enalteció el terrorismo una vez más.

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