La falta de civismo con la que algunos se mueven por la ciudad obliga a otros a tomarse la molestia de dejar constancia por escrito de lo que es más que evidente. Esa puerta (casi un lienzo, por la cantidad de pintura que la 'adorna') no es un retrete. La suciedad acumulada, la dejadez con la que quizá ha sido tratada esta fachada en los últimos tiempos, no puede ser excusa para hacer de un rincón urbano, más o menos frecuentado por los vecinos de esa calle, un lugar en el que orinar.

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