Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Segundo réquiem

SI anteayer oficiábamos el réquiem (no autorizado, por supuesto) por el teatro de la ópera, hoy podemos entonar el lux perpetua luceat eis por la Ronda Este, la deprepadora autovía concebida por la delegación de Urbanismo municipal en la época de Nino García-Royo y, más tarde, asumida por la Junta de Andalucía. El Patronato de la Alhambra quiere dar la puntilla (aunque no lo enuncie explícitamente así, con lenguaje taurino) a un proyecto de inciertas ventajas pero de evidentes inconvenientes que amenaza, por añadidura, el entorno natural del monumento. La Alhambra ya se situó abiertamente en contra del proyecto. Las alegaciones que planteó fueron numerosas e incontestables. Ahora, al proponer verbalmente a la Dirección General de Bienes Culturales que amplíe en 2.000 hectáreas la protección del territorio, no hace más que replantear una posición plenamente coherente: la autovía por el este de la ciudad, tal como está planteada, destruiría zonas de altísimo valor paisajístico y natural del Valle del Darro.

No creo que la Junta se oponga a la petición de la Alhambra. El agrandamiento del territorio protegido daría al traste con un proyecto aventurado y, sobre todo, carísimo. Cruzar el Valle del Darro, ya fuera mediante gigantescos puentes o, como propuso García-Royo, o con una red subterránea de decenas de kilómetros supondría una inversión fantástica que la Administración, seamos claros, no puede asumir.

En este sentido, la salvaguarda medioambiental del Valle del Darro emprendida por la Alhambra le supondría a la Junta el pretexto perfecto para deshacerse de un carga agotadora: una obra compleja, polémica, de utilidad discutible y, en las actuales circunstancias, irrealizable. Por tanto, Granada puede olvidarse por ahora (por un largo ahora) de la Ronda Este. Pero antes de prorrumpir en sollozos o en gritos de alegría conviene alguna reflexión. No siempre la pérdida de una obra pública debe ser motivo de tristeza. Hay muchas inversiones públicas que carecen de rédito social, sobre todo cuando es necesario sacrificar en pro de la velocidad y las comunicaciones la mayor área natural virgen de la periferia. Yo no creo que la Ronda Este fuera una obra perentoria o necesaria. Dar salida al tráfico que va o viene del Levante no es mala idea pero ¿es una idea apremiante y beneficiosa para los granadinos?

Veamos. La Ronda Este no sólo nos expondría a perder uno de los últimos pulmones verdes sino a abrir las puertas a la especulación inmobiliaria. Constructores como Ávila Rojas aguardan desde hace décadas su oportunidad con la piqueta al hombro.

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