Aguinaldos

Lo que ya me está costando es creer en aquellos que me piden el voto pero en realidad no se comportan como deben

Aquellos que aún éramos menores de edad cuando se estaba gestando el régimen del 78, es decir cuando se pergeñaba la historia para salir de una dictadura a una democracia, pedíamos el aguinaldo a nuestros mayores. Se pedía por la Epifanía, para la fiesta de Reyes. Los Reyes Magos traían los regalos a los más pequeños y los más mayorcitos teníamos que pedir el aguinaldo. Y todos teníamos que comportarnos bien, aunque fuera por unos días. El aguinaldo también lo pedían, en este caso en torno al día de Navidad o en los días posteriores, diversos profesionales que aparecían por casa para pedirlo de forma más o menos educada. El repartidor del butano, el panadero, el sereno (si es que aún quedaba alguno por el barrio) o el portero de la finca de la última esquina de la manzana del distrito; a saber quién aparecía para pedir el aguinaldo. La cuestión parecía ser pedir por servicios prestados o no, bien dispuestos o no. O sea que había que pedirlo pues podías quedarte sin aguinaldo, incluso aunque no lo merecieras algo podías llevarte.

Dame la impresión que por estas fechas toda nuestra clase política está pidiendo el aguinaldo, puede que sea que estén llenos del espíritu festivo propio de las fechas, y sí todos piden. Uno pide ser el presidente de una república imaginaria, otros piden dejar de ser presos para probablemente volver a cometer los mismos delitos, algún otro pide no hacer nada puesto que entiende que son otros los que le tienen que resolver los problemas (no sé si esos otros, que podemos llamar jueces, pedirán algo). En realidad la clase política siempre está pidiendo. O que confiemos en ellos para resolver nuestros problemas o que les demos nuestro voto para que puedan obtener el poder y crearnos nuevos problemas.

La magia de los Reyes Magos la dejo para los más inocentes; de hecho aún hay millones de personas que siguen creyendo historias imaginativas. Yo estoy más bien en confiar en los aguinaldos. Claro está que yo me portaba bien cuando los pedía. Lo que ya me está costando cada vez más es creer en aquellos que me piden el voto pero en realidad no se comportan como deben; por ejemplo buscando soluciones, haciendo cosas, proponiendo alternativas, y no, tan solo, no haciendo nada o haciéndolas mal y tarde. Y luego hasta se asombran que la gente crea en la magia. No olvidemos que la magia siempre ha tenido mucho crédito entre el pueblo. Vale.

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