Un mercado único

Hablen con sus trabajadores y podrán aprender de nosotros mismos, los granadinos y las granadinas, en toda su variedad

Desde que unos finlandeses disfrazados de demonios ganaron hace unos años el concurso, me reconozco seguidor de ese festival que cada mes de mayo une a los europeos (y ahora a los australianos) con un sentimiento al que no termino de encontrarle nombre. ¿Serían aquellos cantantes, el grupo Lordi, el ejemplo más elaborado del gran sistema educativo finés, ese mismo que arrasa en cada informe PISA? Lo cierto es que la contradicción me embarga cuando leo en los eslóganes del festival de este año: "European Diversity". Y casi todo el mundo canta en inglés. Viva la diversidad, sí señor. Menos mal que este año terminó triunfando un país que canta en su idioma. Ya lo he leído ideas, presentemos canciones en gallego, euskera, valenciano, mallorquín o bable, y puede que ganemos.

Igualmente contradictorio es que todos los municipios, grandes y pequeños, se empeñen en uniformizar sus centros históricos o sus barrios llenándolos de centros comerciales que terminan pareciéndose como dos gotas de agua. Da igual que visites la ciudad X o Z pues terminarás encontrando las mismas grandes superficies con las mismas marcas. El atractivo de ir a tal o cual ciudad es que encuentras la franquicia que aún no tenemos.

En nuestra Granada, aparte de la Alhambra, nos vamos quedando sin cosas únicas, singulares; las van barriendo esos vientos de igualdad ramplona que tanto gustan a los gestores políticos. Y ya saben que los gestores de aquí son magníficos. Teníamos un único cine de verano y se perdió, precisamente, para ser ocupado por otra superficie comercial con los mismos pasillos uniformes, las mismas luces y las mismas filas de cajeros que conocemos de tantos lugares similares.

Y al lado de esa nueva superficie, tan igual a todas, nos queda un mercado popular que abrió sus puertas en 1980. Un mercado que destila del espíritu del barrio, del hálito de sus gentes y que nos cuenta la historia de la ciudad y refleja el alma de su barrio más populoso, el Zaidín; ese que está entre dos ríos. Hablen con sus trabajadores y trabajadoras y podrán aprender de nosotros mismos, los granadinos y las granadinas, en toda su variedad.

Tengo la esperanza de que las cercanas paradas del tranvía, en algún momento pueda ser que funcione, sirvan para que muchos conciudadanos se acerquen a conocerlo. Es único y aún está entre nosotros. Vale.

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