Allá por septiembre, recuerden, escribía en esta misma columna una petición al simpático gordito de Santa Claus. La petición no era fácil, más aún cuando reconocía mi amor interesado, sin embargo sus poderes ejercieron efecto y no tendremos elecciones en Navidad e incluso puede que tengamos presupuestos. Gracias, Santa. Ya tengo mi disfraz preparado, pero no sé si podré reírme con tu gracejo porque estoy muy triste.

Triste y apesadumbrado. Mi gran ilusión era poder escribirles a los tres Magos de la competencia. Ya tenía preparada una linda carta llena de esperanza y buenas intenciones, era realmente infantil y estaba convencidísimo de lo fácil que sería que sus majestades de Oriente pudieran cumplir lo que les pedía. Después del cambiazo que les había dado con Santa no era cuestión de pedirles imposibles.

Les pedía, majestades de oriente, que este año dejaran a los camellos, los dromedarios o los caballos descansar; no es cuestión de sobrecargar a los pobres animalitos y además todos los que defienden sus derechos estarían muy contentos.

Les rogaba que llegaran a Granada utilizando sus medios mágicos, es decir por algún avión en vuelo internacional a nuestro aeropuerto nacional o bien por tren a la inexistente estación de la ciudad. Estoy seguro que podrían hacerlo. Y luego, dejando descansar a los animalitos, cruzaran la ciudad en nuestro magnífico transporte metropolitano, es decir en ese ensueño que llamamos Metro. La velocidad iba a ser más o menos la misma que la de los camellos, por eso no habría problema. Y tendrían hasta un túnel. Imaginen el jolgorio de los niños cuando los vieran aparecer por las estaciones soltando caramelos y regalos. Y podrían hacer un viaje de ida y vuelta. Emocionado estaba imaginándolo.

Y me han fastidiado, majestades. No les puedo pedir imposibles porque el Metro no funcionará hasta la primavera, dicen. Lo dicen los mismos de siempre, los que llevan engañándonos año tras año, desde ya no me acuerdo.

Qué desilusión. No me queda más que reescribir mi carta y pedirles que se traigan un buen cargamento de carbón y lo repartan entre todos los responsables de seguir sin Metropolitano. Y sin LAC reformado, ni aeropuerto competitivo, ni estación de tren, ni hospitales completos, ni segunda circunvalación, ni Centro Lorca con el Legado. Y les aviso, majestades, que tengan cuidado con algunos centros comerciales pues los camellos se les pueden estresar en los monumentales atascos previstos. Vale.

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