Andalucía

Andalucía o la paradoja de la satisfacción

  • El catedrático Francisco Ferraro desgrana los motivos de la falta de convergencia de la comunidad con España y Europa en el Foro de la Sociedad Civil Sevillana

Francisco Ferraro, durante su conferencia del Foro de la Sociedad Civil Sevillana.

Francisco Ferraro, durante su conferencia del Foro de la Sociedad Civil Sevillana. / Alberto Vázquez Morilla

La paradoja de la satisfacción del sociólogo Manuel Pérez Yruela ofrece una explicación -que puede darse por buena o no- al hecho de que Andalucía sea el territorio español con la tercera renta per cápita más baja desde 1980. Esa pobreza relativa y el alto nivel de paro que va asociado a ella conviven con un elevado nivel de bienestar, sobre todo después de los avances que la región ha experimentado en estas cuatro décadas, lo que favorece que los ciudadanos "relajen sus potenciales ambiciones". "Estando al solecito parece ya que somos felices", ha bromeado Francisco Ferraro, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, en su prolijo intento por explicar ese hecho diferencial andaluz que es la falta de convergencia.

Ferraro, miembro del consejo editorial del Grupo Joly, ha dedicado la tarde de este martes a desgranar las razones que no han llevado a Andalucía a equiparar sus parámetros económicos con el resto del país cuando las teorías del análisis económico indican que debería haberlo hecho. Como ha explicado el economista en la charla organizada por el Foro de la Sociedad Civil Sevillana, en espacios económicos homogéneos -como España o Europa- los territorios tienen a converger. Es así porque el excedente de mano de obra tiende a emigrar, lo que provoca que la renta per cápita crezca al reducirse la población, pero también favorece el aumento de transferencias al territorio en cuestión. Este fenómeno no se ha dado en Andalucía, porque la población, desde hace décadas, emigra menos que en el resto del país. "Es extraño en una tierra con el nivel de paro que tenemos", ha reconocido Ferraro, en concordancia con esa paradoja de la satisfacción.

Pero esta es sólo una de las razones que explican un retraso que parece ya una maldición bíblica. También hay que tener en cuenta que el 96% de las empresas de Andalucía son pequeñas y la mitad de ellas sólo tiene un empleado. Hay grandes compañías, ha admitido Ferraro, pero muchas son de capital externo (extranjero o del resto del país), por lo que se echa en falta "capital regional". No ayuda que a la debilidad de gran parte de las empresas haya que sumar la importancia que tiene la "economía sumergida o informal", lo que Ferraro ha asociado a una cierta tolerancia de la "gorronería social". "Nos gustan más los pícaros que en el País Vasco", ha lamentado antes de señalar a un exceso de confianza en el "papel protector" del sector público. "En este marco es comprensible que los andaluces estimen que su futuro depende más de la actuación pública y sus contactos sociales que de sus propios esfuerzos", ha zanjado.

A pesar de la dureza del diagnóstico, Ferraro ha defendido que los andaluces no tienen "restricción genética, geográfica, climatológica ni histórica" que justifique la situación económica de la comunidad, pero sí ha dado un tirón de orejas a los dirigentes que en estos 40 años de autogobierno no han logrado eliminar la brecha. "Nunca la política de desarrollo económico ha sido central en los gobiernos de la Junta", ha afeado el también presidente del Observatorio Económico de Andalucía, que ha señalado que las políticas sociales "han sido el norte de la acción gubernamental" como una forma de "legitimación política". Si bien Ferraro ha defendido la necesidad de la existencia de las políticas sociales para los más vulnerables, ha enfatizado que, para converger, habrá que poner en marcha "una estrategia de desarrollo económico consistente" que sirva para acompasar esa satisfacción intrínseca que los andaluces parecen tener al bienestar económico deseable.

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