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La llegada de marroquíes por el Estrecho se dispara

  • El corazón del Rif se vacía: su juventud emigra a España huyendo de la represión y la crisis económica

Jovenes rifeños recién llegados en patera se fotografían en unas dependencias del Ayuntamiento de Granada el pasado martes junto a una empleada municipal.

Jovenes rifeños recién llegados en patera se fotografían en unas dependencias del Ayuntamiento de Granada el pasado martes junto a una empleada municipal. / m. g.

"La libertad es un derecho humano. ¿Dónde está nuestra libertad?". "¡Antes muertos que sumisos!". A los alaridos de alegría que dan los jóvenes marroquíes cuando zarpan en patera rumbo a España se mezclan, a veces, otros gritos con connotaciones más reivindicativas. La muchachada se graba con descaro ante la cámara, convencidos de que nunca más volverán a Marruecos, y suben el vídeo a las redes sociales. Estos jóvenes, los que se despiden coreando eslóganes políticos, son los rifeños, sobre todo originarios de la provincia de Alhucemas cuya rebelión pacífica fue reprimida por las fuerzas de seguridad de Marruecos a partir de junio de 2017. Unos 500 fueron encarcelados, empezando por su líder, Nasser Zefzafi, que cumple en Oukacha (Casablanca) una condena a 20 años. El rey Mohamed VI indultó, sin embargo, en agosto a 186 activistas rifeños, en general chavales condenados a cortas penas.

Con algo más de un año de retraso sobre el inicio de la represión policial se está produciendo la estampida. En 48 horas, entre el 19 y el 21 de septiembre, la agencia Efe contabilizó que solo de la costa de Alhucemas habían zarpado nueve pateras con, a bordo, 103 rifeños. Las comprobaciones empíricas de la agencia de prensa son corroboradas por las estadísticas no públicas del Ministerio del Interior de España.

En cuestión de días se batirá el récord histórico de llegadas del año de los cayucos

Entre los inmigrantes irregulares que desembarcan en el sur de España, los marroquíes son cada vez más numerosos. A principios de año eran solo el 16,9% de los "sin papeles" que llegaban. En julio fueron ya el 17,55%, en agosto el 22,22% y, en la primera quincena de septiembre, el 36,76%, en su mayoría rifeños. La tendencia se mantiene, según fuentes policiales. En total, desde enero hasta mediados de este mes, han puesto pie en España, sobre todo en Andalucía, 6.433 marroquíes que representan casi la quinta parte de los inmigrantes que hicieron la travesía.

Estas estadísticas son las oficiales de Interior, las de los inmigrantes contabilizados, pero el número de harragas, como llaman los marroquíes a los "sin papeles", es bastante más elevado. A diferencia de los subsaharianos, que saben que su expulsión de España es improbable, los marroquíes tratan de no ser capturados por las fuerzas de seguridad porque temen ser recluidos en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) y después devueltos a Marruecos.

Esos temores tienden, sin embargo, a esfumarse. La saturación de los CIE es tal que ni siquiera todos los marroquíes que desembarcan son encerrados en ellos. "Cuando llegamos nos ataron las manos como criminales y nos llevaron a una comisaría en Motril", recuerda por teléfono Ibrahim, de 18 años, que desembarcó esta semana en la costa granadina. "Nos quedamos dos días en la comisaría después nos llevaron ante un juez y después fuimos a otra comisaría, en Granada, y finalmente al Ayuntamiento de donde salimos a la calle con una orden de expulsión", añade este joven. Celebraron su libertad haciéndose fotos ante unas dependencias municipales. Ibrahim se ha trasladado ahora Murcia donde reside un hermano suyo.

El número de marroquíes que llegaron a diario de media en agosto fue de 45, en la primera quincena de septiembre de 68. Los acuerdos bilaterales entre España y Marruecos sólo permiten la devolución por tierra (Ceuta y Melilla) de una treintena de marroquíes al día -Rabat argumentó que no podía comprobar un mayor número de identidades- con lo que buena parte no pueden ser ahora expulsados. Tampoco pueden ser repatriados los que piden asilo aunque muy rara vez Interior se lo concede.

El incremento de la inmigración irregular no es sólo achacable al mayor número de marroquíes que suben a la patera. Desde principios de año y hasta el 15 de septiembre, último dato disponible, llegaron por tierra y, sobre todo, por mar a Andalucía, 37.979 "sin papeles", un 136% más que durante el mismo periodo de 2017. En cuestión de días se batirá el récord histórico de 2006, el año de la llamada "crisis de los cayucos", en el que 39.180 migrantes desembarcaron en toda España, sobre todo en las islas Canarias.

El auge de la emigración marroquí es revelador de las turbulencias que atraviesa Marruecos, sobre todo sus regiones periféricas como el Rif o la zona minera de Jerada aunque a bordo de las pateras no viajan solo jóvenes, muchos menores, de esas provincias sino de todas las áreas y barrios más paupérrimos del país. "El paro, la ausencia de auténticas políticas sociales y, en el Rif, la represión, son un acicate para emigrar", asegura Rida Benzaza, que fue portavoz del Hirak (movimiento de protesta rifeño), y desde hace 15 meses vive exiliado en España.

Las autoridades marroquíes no parecen poner muchas pegas a los que desean marcharse. El relato de Ibrahim, sobre las circunstancias de su salida, da cuenta de ello. "No hay ningún control en las costas, todos los puestos de vigilancia están vacíos", asegura. A continuación formula una sospecha: "Creemos que las autoridades quieren que salgan los jóvenes de sus tierras y lo están consiguiendo". Cuantos más se marchen, menos descontento habrá de puertas para dentro y menos será necesario reprimir para mantener el orden. Los vídeos que circulan atestiguan que en el norte de Marruecos las pateras zarpan en estas fechas a plena luz del día y a veces desde zonas muy transitadas.

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