Costa Brava, Líbano | Crítica

Metáforas en el vertedero

Una imagen de la familia protagonista del filme de Mounia Akl.

Una imagen de la familia protagonista del filme de Mounia Akl.

Muy generosamente recompensado con el Premio Especial del Jurado en el pasado Festival de cine europeo de Sevilla, el debut de Mounia Akl viene avalado por decenas de instituciones y productoras europeas y cuenta con participación española en la escritura (Clara Roquet: Libertad) y el montaje (Carles Marqués-Marcet: Los días que vendrán). Un filme de laboratorio indie que no esconde demasiado su alegoría sobre la descomposición política y social de su país, Líbano, con un Beirut previo a la pandemia y al estallido en el puerto literalmente acosado por la basura, en paralelo a la de esa familia de clase media y espíritu bohemio que resiste a la tentación del exilio en una casa en la colina que pronto se verá también sitiada por la construcción de un vertedero (ilegal) en la finca contigua.

Akl trata aquí de acompasar y espejear esos últimos días en el paraíso de las raíces con la paulatina degradación del entorno, retratar los gestos, las miradas, los reproches y los silencios de un grupo al borde la desintegración como pantalla de afectos en la que retener la memoria intergeneracional de tiempos mejores y proyectar cierta melancolía combativa ante la inminente derrota colectiva.

El filme apuesta por una mirada impresionista, la observación aislada de sus personajes y el detalle revelador, aunque también sucumbe a esos explícitos brotes de realismo mágico que subrayan en exceso el vuelo metafórico de su propuesta.