Cuando acecha la maldad | Crítica

Los 'embichados' de Goya

Una imagen del potente filme de Demian Rugna.

Una imagen del potente filme de Demian Rugna.

El cuarto largo en solitario del argentino Damien Rugna (No sabés con quién estás hablando, Aterrados) confirmaba con su premio en el pasado festival de Sitges una de esas trayectorias de culto que, estreno norteamericano incluido, lo han convertido poco a poco en uno de los títulos de terror más aclamados de 2023.

Y, en efecto, estamos ante una muy buena película de género, capaz de crear un mundo propio coherente y creíble a partir de la idea de la viralidad imparable del mal en la forma mutante de unos ‘embichados’ o ‘encarnados’ que propagan su fuerza amenazante y destructora entre los espacios abiertos de la provincia de Buenos Aires mientras los lugareños consiguen a duras penas protegerse y proteger a los suyos de la inevitable escalada de contagio y terror.

Muy sólidamente narrada sin prisas, subtextos forzados, sobresaltos ni efectismo, Rugna traza bien a sus protagonistas, dos hermanos solitarios con un pasado a sus espaldas, para lanzarlos como guías y defensores de un orden predestinado a saltar en pedazos en una bien dosificada escenografía del horror donde las pinturas negras de Goya, los niños maléficos de Carpenter o el gore purulento de Peter Jackson se suceden en una serie de memorables escenas de lo siniestro no aptas para retinas y oídos sensibles.

Así, entre el tiempo de la búsqueda y la espera, un inteligente uso del off visual, buenas soluciones de puesta en escena y originales accesos súbitos de violencia macabra, Cuando acecha la maldad no defrauda ni se desinfla nunca en su implacable maquinaria de la fatalidad y la sugestión. Suponemos que a Rugna ya lo han fichado para trabajar en Hollywood.