Es sábado, pero no uno cualquiera. Se acaba de cumplir una semana desde que el Gobierno central anunció un estado de alarma que, pese a aprobarse por 15 días, prácticamente todos asumían que se acabaría extendiendo al menos otras dos semanas más. A nivel laboral, su día a día no ha cambiado mucho. Ella, como muchas otras personas que trabajan en establecimientos de primera necesidad, sigue acudiendo a su farmacia. Sin embargo, este sábado es, además de diferente, especial.

Son las cinco de la tarde y es hora de volver a la farmacia de su familia, la Farmacia Valenzuela situada en al avenida Federico García Lorca de Salobreña, en la Costa de Granada. Unos minutos antes, una compañera se ha encargado de abrirla y de preparar también algunas cosas que ella no se imagina. Engalanada con mascarilla y guantes, Mati Tallón se sitúa detrás de su mostrador, el cual se ha convertido en la línea que la separa de aquello que se ha convertido en el campo de batalla en tiempos de coronavirus, el exterior.

Gente que viene a recoger medicinas, los que aún siguen preguntando por mascarillas... Siguen siendo la tónica general de una tarde que para ella, pese a ser como otra cualquiera, es distinta al resto. O al menos así lo siente sin que, a lo mejor, se note mucho. Así pasan las horas hasta llegar a la cita que no falla en estos días de cuarentena, la de las ocho de la tarde, la de ese aplauso que inunda ventanas y balcones pero que esta vez, aunque ella no lo sepa va a ser especial.

A las 20:00 horas Mati salió para unirse al homenaje a sanitarios y colectivos que, como ella, siguen en primera línea durante esta crisis del Covid-19, sin embargo, la banda sonora de cada día cambió por completo. Esta vez, los aplausos iban para ella, acompañados de un Cumpleaños Feliz y una luvia de globos de colores en la que participaron todos los vecinos del bloque bajo el que se sitúa su farmacia, una celebración fugaz a la que incluso se unió la Policía Local del municipio. Una muestra más de solidaridad en tiempos de coronavirus y de apoyo a aquellos que continúan prestando los servicios básicos para el resto de la sociedad.

La mascarilla tapó la sonrisa que al menos sus ojos sí reflejaron durante ese instante. Era su 28 cumpleaños y la situación no solo le había impedido celebrarlo con sus amigos, sino que el trabajar tampoco le había permitido pasar la tarde en familia. Sin embargo, la originalidad de su madre, unida a la colaboración de sus compañeras y de los vecinos permitió que Mati tuviese una celebración diferente y especial que, al igual que tampoco le ocurrirá con el regalo -un ramo de flores, pero de rollos de papel higiénico-, no olvidará. 

Vídeo de cómo fue el momento de la sorpresa: