Cultura

Pierre Lemaitre: “En todas las épocas nos mueven las mismas pasiones”

Pierre Lemaitre, fotografiado en la Fundación Tres Culturas.

Pierre Lemaitre, fotografiado en la Fundación Tres Culturas. / José Luis Montero

En un acto celebrado en la Fundación Tres Culturas, y organizado por el Centro Andaluz de las Letras, dependiente de la Consejería de Cultura, el escritor francés Pierre Lemaitre (París, 1951) presentó su nueva novela, El silencio y la cólera (Salamandra), segunda entrega de la saga familiar de los Pelletier (tras El ancho mundo), en esta ocasión en la década de los 50, en plena posguerra europea.

-El silencio y la cólera es una inmersión en la década de 50. ¿Qué mecanismos ha utilizado, ha recurrido al niño que fue?

-Ha sido un trabajo que me ha supuesto un gran esfuerzo, porque se trata de un periodo en el que empiezo a tener recuerdos, pero me di cuenta de que eran recuerdos falsos. La memoria había realizado una transcripción de la realidad, y me sentía muy inseguro relatando hechos que no habían ocurrido como yo recordaba o directamente no se habían producido. Por tanto, mi memoria se convirtió más en una limitación que en una ventaja, y cada vez que recurría a un recuerdo me veía obligado a verificarlo. Y, por otro lado, yo no soy demasiado cuidadoso con los detalles históricos, salvo que sean especialmente importantes. Por ejemplo, cito a un coche en el 52 y no estuvo en el mercado hasta 1954. Ese tipo de detalles me dan igual, pero mis lectores sí que son muy precisos y me escriben cartas… (risas).

-¿Está repitiendo en algunas entrevistas que es novelista y no historiador a modo de liberación?

-Me libero del síndrome de Estocolmo (risas). Los historiadores han raptado a los escritores y los escritores se enamoran de los historiadores, afectados por el síndrome. Me encantan, pero cuando yo escribo una novela, aunque sea histórica, lo más importante es la novela.

"Mi memoria se convirtió más en una limitación que en una ventaja. Muchos recuerdos que tenía de esa época eran falsos"

-Las familias, también la de los Pelletier, son un ámbito de amor, pero también de conflictos y tensiones…

-Mi hipótesis de partida es que la familia es una sociedad en miniatura, y que existen los mismos problemas que en una sociedad más grande, porque se lleva todo al extremo, a lo más intenso. Incandescencia, las pasiones, el amor, la envidia... se asoman al abismo. Mi intención es que esta familia fuera un reflejo, una maqueta, de la sociedad de la época.

-Hélèn (unas de las protagonistas) aborda asuntos que competen a las mujeres, pero también le sirve para reflexionar sobre el periodismo, y cómo ha cambiado…

-El hecho de convertir a Hélèn en periodista es un truco literario. En novela, el periodista es un personaje muy práctico… Mejor describir un partido de fútbol a través de una crónica, y no necesito crear otro personaje, que bien podría ser un árbitro. También introduzco el personaje de Hélèn porque a principios de los 50 el periodismo cambia. Hasta entonces el periodismo era testimonio y comentarios, y a partir de esa década surge el periodismo de masas, transformándose la profesión. Y esto lo muestro en El silencio y la cólera con la construcción de la presa que obliga a la población a abandonar sus hogares. El periodismo refleja esa emoción popular, pero como muestra la noticia es una novedad. Hay un punto de inflexión, ya que el periodismo es el que crea el acontecimiento. Puede entenderse como el germen del periodismo actual.

Pierre Lemaitre. Pierre Lemaitre.

Pierre Lemaitre. / José Luis Montero

-Buena parte de los personajes de El silencio y la cólera cuentan con un pasado duro, pero eso no les impide seguir hacia adelante.

-Todos tienen un pasado duro, pero no necesariamente doloroso. Hay quien ha vivido un drama en su infancia, fracasos que los han marcado, pero todos ellos forman parte de una familia singular, y por lo tanto normal. Me suelen preguntar si los Pelletier son una familia muy rara, y yo siempre respondo: Piensa durante veinte segundos si tu familia es normal. Tras varios segundos, empiezan a reír… El problema real de las familias es que sus miembros están obligados a vivir juntos, y eso es una olla que con frecuencia hierve, y cuando hay amor acaba en pasión, y cuando hay aversión se convierte en odio. Para un novelista, es un ámbito ideal. Todas las sagas novelescas, desde las tragedias griegas, son historias de familias.

-¿Hay paralelismo de ese tiempo con el actual?

-Encuentro paralelismos, pero desconfío mucho de ellos. Si hubiera escrito una novela sobre el Imperio Egipcio seguro que muchos lectores me dirían: Justo igual que ahora. Porque la realidad es que en cualquier época de la humanidad las pasiones que nos mueven son las mismas. Más que similitudes, encuentro ecos, referencias. Por ejemplo, cuando estaba escribiendo este libro hubo grandes represiones policiales en Francia contra los manifestantes, y en mi novela también se puede ver ese tipo de represión. Pero el que haya situaciones similares no quiere decir que las épocas sean similares. Sería muy débil, intelectualmente, afirmar que el ayer y el hoy es igual. Por ejemplo, en el tema del aborto, una lectora madura de hoy puede tener una medida de todo lo que las mujeres han avanzado, y las mujeres más jóvenes pueden tender conciencia de todo lo que han sufrido.

“Los historiadores han raptado a los escritores y los escritores se enamoran de los historiadores”

-Muy conocido por su saga protagonizada por el comandante Camille Verhoeven, ¿va a volver a la novela negra?

-¡Jamás! Nunca, pero todos los escritores mentimos a los periodistas… (risas). En España hay una particularidad, la mayoría de mis lectores me conocen a través de Nos vemos allá arriba (Salamandra, 2014), y posteriormente recuperan mis novelas policiales, que fueron los anteriores. En Francia es justamente al contrario. Cuando digo que no voy a volver nunca a la novela policial me gusta explicar que utilizo los mismos mecanismos y herramientas que utilizaba con la novela negra. Sigo utilizando el suspense, las sospechas, las sorpresas, los giros de guion… con la diferencia de que ya no están al servicio de un caso policial. Escribo novelas, da igual de qué.

-¿Cómo se lleva con las adaptaciones de sus obras?

-He aprendido a tomar distancia con las adaptaciones que realizan de mis novelas. Al principio, quería involucrarme, hasta que comprendí que son formatos completamente diferentes. Desde que tomé esa decisión me he liberado mucho. Pero, en general, reconozco que el cine me ha tratado bien. Con la televisión no estoy tan contento (Recursos inhumanos), el resultado fue mediocre.

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