DE LIBROS

El amor es

  • En la obra 'El amor es ahora' del poeta Pedro Sevilla se va escuchando como un susurro esa voz que cuenta todo

El poeta Pedro Sevilla (Arcos de la Frontera, Cádiz, 1959).

El poeta Pedro Sevilla (Arcos de la Frontera, Cádiz, 1959). / M. G.

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

Hace unos días asistí a la presentación de un libro de Memorias, El amor es ahora, ya el segundo volumen de las memorias del autor gaditano Pedro Sevilla. Este autor y esta edición no son cualquier cosa, él es un grandísimo poeta nacido, nada menos, en ese enjambre poético de Arcos de la Frontera y la edición corresponde al sello de Renacimiento y al cuidado de Marie Christine del Castillo, toda una garantía. Con sólo verlo en el expositor, tuve que comprarlo, hacerme con él, a la espera de recibir el bien que en su interior encontrara. Sabía que era un libro especial, como Pedro Sevilla es especial. Hablo de un poeta verdadero, de quilates, aunque la razón que nos llamara fuera, curiosamente, la prosa, una prosa poética, fina, sencilla, humana (en esa línea cuántos adjetivos diría para definirla, los que describan la bondad y el amor como Pedro lo hace). Por sus páginas, por las calles y las luces de su pueblo, pasearán los recuerdos, sobre todo su madre, los dolores y la soledad de su hermano, su familia, vivencias y devociones, encuentros y peripecias con compañeros poetas, la compañía y el aliento de su mujer a lo largo y ancho del amor, los viajes, incluso andanzas políticas, hasta llegar a esas citas con la muerte a las que sólo acudió él… Y es patente la relación muy estrecha con dos amigos, y extraordinarios poetas, como son Julio Mariscal y José Mateos, dos auténticos pilares en los que se confunden admiración y amistad, son dos columnas que comparten y reparten el peso de su vida.

En El amor es ahora, poco a poco, renglón a renglón, párrafo a párrafo, se va escuchando como un susurro, esa voz que cuenta todo y, más que entender a medida que avanzas, has de sentir. Pues el objetivo final de los recuerdos es el amor, ellos lo contienen, está en las palabras de quien las escribe. Palabras dichas desde el dolor y también desde el humor o desde casi la irrelevancia, cómo él se dirige a su madre, la entonación al leer un poema, cuando alguien llama a su puerta a deshoras o, el mejor ejemplo, compartir una naranja en la parada del autobús con un niño, en cuyos ojos y gestos el autor ve a Dios. Una secuencia de gran emoción y entrañable en la que nos explica que Dios está en las cosas o en los hechos más pequeños y sencillos, es donde se nos revela con ternura.

Yo conocí a Pedro Sevilla en aquellos años de juventud, me lo presentó mi hermano Vicente en una Lectura o en algún acto poético, ya entonces me pareció apuesto, con una gabardina y el cuello levantado, y le dije: "Vicen, tiene pinta de actor de Cine Negro". Pero el poeta me dejó, además, su discreción y su afecto con su mano, y ya me pareció distinto. Sí, Pedro Sevilla se distingue por estar exento de lo que a los demás nos sobra, no camina para llegar sino por andar y vive por vivir cada segundo, cada instante. Con esta obra, El amor es ahora, he aprendido a mirar la claridad y la penumbra, cómo hacerlo mirando desde dentro. Es, entonces, también un libro didáctico y, además, el lector puede reconocer la voz del alma cuando habla, es una buena e inusual oferta. ¿Qué pasos, qué dirección, qué lugares?, los del amor, de la bondad, los de Dios…

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