Covirán Granada-CBC Valladolid | LEB Oro

El Covirán 'muere' con las botas puestas

  • Un mal primer cuarto lastra a un conjunto nazarí que no puede sumar su tercera victoria seguida que hubiera sido un gran paso hacia el 'play off'

  • Los de Pablo Pin reman a contracorriente hasta el bocinazo final

El Covirán no pudo en ningún momento con los vallisoletanos

El Covirán no pudo en ningún momento con los vallisoletanos / Photographerssport (Granada)

Lo que empezó mal acabó mal. Se veía venir que las fuerzas no iban a aguantar tres partidos seguidos con un equipo cogido con hilos debido a las ausencias.

Un Valladolid con mucho físico en sus filas rompió la posibilidad de que el Covirán sumara un nuevo triunfo. Y lo hizo en un choque en el que los visitantes hicieron todo lo contrario que sus anfitriones: mantener la cabeza fría.

La impotencia durante casi todo el partido, sobre todo en ataque, llevó a los nazaríes a no meterse en el encuentro en ningún momento. Sólo hubo instantes de lucidez que alimentaron la esperanza, pero que no se concretaron en el marcador.

El partido estuvo con los vallisoletanos siempre por delante en los guarismos. Nada más salir a pista los de Paco García se fueron en el marcador gracias a su acierto en los triples y a su equilibrio en las dos pistas. Enfrente, un Covirán que se descompuso muy pronto y cuando intentó recomponer sus líneas se encontró con el Valladolid con una ventaja considerable que supo mantener durante 40 minutos. Aún así, los locales se exprimieron y lucharon hasta el bocinazo final.

La peor puesta en escena

Comenzó más entonado el conjunto vallisoletano, sobre todo en su s lanzamientos desde más allá de la línea de 6,75. En menos de cinco minutos ya habían anotado cuatro triples (8-16). La defensa local no encontraba la forma de parar a los de Paco García, tanto que Pablo Pin paró el partido tras ver que ocho de los nueve primeros ataques de los visitantes habían pasado por el aro (10-18, 5’19’’).

Guille Rubio fue el mejor de los nazaríes Guille Rubio fue el mejor de los nazaríes

Guille Rubio fue el mejor de los nazaríes / Photographerssport (Granada)

A la vuelta a la pista, la segunda personal de Oroz supuso una mala noticia en un equipo mermado de efectivos. En ataque, el tiro exterior apenas funcionaba y eran Wright y Rubio los que intentaban hacer daño en la 'pintura'. Pero la retaguardia no podía con un Gantt que en ocho minutos llevaba 16 puntos. Cinco consecutivos del escolta visitante sirvieron para elevar la desventaja de los de Pin a los diez puntos (13-23).

El técnico granadino no daba con la tecla y probó con todos sus jugadores. El primer cuarto fue un monólogo de los pucelanos, que superaron en todas las facetas del juego. Hubo momentos de impotencia en defensa y falta de visión ofensiva. La diferencia en el marcador no hizo otra cosa que incrementarse hasta los 14 puntos, que se quedaron en once tras un triple de Josep Pérez que cortó un parcial de 0-9.

Ambiente caldeado

Devin Wright machaca el aro pucelano Devin Wright machaca el aro pucelano

Devin Wright machaca el aro pucelano / Photographerssport (Granada)

Con un preocupante 16-27 en el marcador comenzó el segundo acto. La no señalización de una posible falta sobre Guille Rubio sacó de sus casilla a Pablo Pin, que vio la técnica. El partido se embarulló.

Los nazaríes tiraron del coraje que atesoran, pero sin orden ni concierto y con demasiada precipitación. El balón no quería pasar por el aro. A 6’40’’ para el descanso Pin paró de nuevo el partido cuando el Valladolid doblaba los guarismos de los suyos (16-32).

Aún tardó en anotar el Covirán su primera canasta del segundo acto. Los locales se empeñaron en resolver por la vía rápida del triple y tuvo que ser Guille Rubio, en el ecuador del cuarto, el que rompiera la sequía (18-34).

Con el ambiente caldeado y de la mano del propio pívot catalán y de Josep Pérez el cuadro granadino endosó un parcial de 8-3 que obligó a Paco García a cortar por lo sano el conato de reacción local (26-37).

Al juego del Covirán le faltaba su gran pilar, la defensa, y los pucelanos siguieron anotando con demasiada facilidad. Aún así y visto lo visto en los primeros 20 minutos, los jugadores del Covirán se dieron con un canto en los dientes por llegar al descanso sólo diez abajo: 33-43.

Intensidad atrás

Volvieron los nazaríes a la pista sabiendo que las opciones de voltear la situación pasaba por apretar atrás. Y sus primeras acciones invitaron al optimismo. Pero se perdieron balones en las transiciones y Gantt castigó con otro triple. Y luego, Adekoya. En un santiamén la desventaja pasó de ocho puntos a 16 (39-55).

Pin volvió a intentarlo con cambios y el correspondiente tiempo muerto porque a su equipo le faltaba concentración en toda la pista y cabeza, en ataque.

Guille Rubio entra a canasta Guille Rubio entra a canasta

Guille Rubio entra a canasta / Photographerssport (Granada)

Ejemplo del desconcierto reinante en las filas locales fue una nueva técnica, esta vez a Guille Rubio cuando el marcador se volvía a poner imposible para los granadinos (39-58, 27’). Dos triples en el último minuto de los locales dieron al Covirán razones para mantener la lucha: 45-60.

Con fe

Lo intentó el Covirán en el último cuarto. Con cambios en defensa se intentó complicar la existencia al Valladolid. Un 2+1 de Guille Rubio invitó al ¡sí se puede! (60-68, 36’).

El público se volcó para llevar en volandas a los suyos, que desaprovecharon varios ataques, incluidos dos tiros libres de Wright, para meter el miedo en el Valladolid.

A falta de cuatro minutos un 2+1 de Guille Rubio situó a los locales a ocho puntos del Valladolid

Las prisas fueron malas consejeras cuando hubo opciones y el reloj, que se convirtió en el peor enemigo de los nazaríes, terminó por dictar sentencia.

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