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Estar en los Juegos sin estar: la extraña situación de la vela

  • Los regatistas de este deporte se ven apartados del ambiente olímpico al estar a varios kilómetros de la ciudad organizadora.

Están, pero no están: mientras en Londres los atletas acaparan toda la atención, los regatistas que participan en los Juegos Olímpicos dan la impresión de formar parte de otra competición. "En Sydney y Atenas estábamos todos juntos, es mucho mejor. Se disfruta mucho más. Aqui estoy con los mismos atletas con los que estoy hace diez años. No parecen Juegos Olímpicos", dijo el windsurfista brasileño Ricardo Santos, que fue campeón mundial en 2009 en las mismas aguas en las que compitió en Londres 2012.

Los regatistas están en la bahía de Weymouth y Portland, unos 200 kilómetros al suroeste de Londres. Se trata de una zona en la que viven unas 60.000 personas impulsadas por la actividad portuaria y turística, básicamente por las playas en la bahía de Weymouth. "Parece un campeonato más, no unos Juegos Olímpicos, porque no estás en la villa olímpica con los atletas", dijo el regatista argentino Juan de la Fuente, medalla de bronce en Sydney 2000, logro que espera repetir el jueves en dupla con Lucas Calabrese.

Los deportistas compiten en el complejo Osprey Quay, que está frente a la villa en la que conviven. Aunque no todos están juntos. Los estadounidenses, por ejemplo, se hospedan en un hotel, mientras que otros prefirieron estar en casas fuera de la villa. "Entre una copa del mundo y unos Juegos Olímpicos para nosotros es lo mismo", dijo el chileno Diego González Parro, que en Londres 2012 tuvo su debut olímpico.

Además de que Londres no tiene mar, Weymouth y Portland convoca a los regatistas por sus condiciones de viento. Sin embargo, su clima no convence del todo a los atletas, menos aún cuando en el horizonte aparece Río de Janeiro 2016. "En Río vamos a estar todos juntos, no va a ser tan aburrido. En Río va a ser un peligro. La fiesta, la playa, no tiene nada que ver. Las cariocas, el sol, la playa, surf, mujeres, samba, fiesta",aseguró Santos, con ropa abrigrada por las bajas temperaturas.

"Esto es más frío que mi invierno. Nunca en Buzios, donde vivo, navego así. Jamás. Siempre con ropa de verano. Terminas de entrenar y te quedas en la playa, con una cervecita. Aqui hay que tomar chocolate caliente", comentó entre risas el windsurfista brasileño, que no fuea la ceremonia de inauguración debido a la distancia. Otros regatistas visitaron la villa olímpica en Londres y fueron a la fiesta de apertura ideada por el director Danny Boyle, pero luego sufrieron las consecuencias de la distancia.

"Estuvimos poco tiempo. Los microbuses eran bastante limitados y los argentinos tampoco nos recibieron muy bien allí porque no nos alojaron por la noche. Tuvimos que volver la misma noche. Salimos de allí (Londres) a las once y llegamos aqui (Weymouth) a las cuatro de la mañana", contó De la Fuente, que desfiló junto a Calabrese y abandonó Londres antes de que terminara la ceremonia.

El aislamiento también genera que haya menos medios siguiendo a los regastistas, que suelen pasear relajados por las calles de Weymouth y Portland. Así, se los suele ver por la calle The Explanade, una zona de bares que permanecen abiertos hasta altas horas de la noche. "Siempre que voy a tomar algo por ahí, se ve a muchos deportistas, es genial", cuenta Ana, una traductora uruguaya que trabaja como voluntaria.

"Es más divertido cuando estamos todos juntos. Es bueno estar en la villa, ver a los atletas famosos. Al mismo tiempo aqui hay menos presión, es la primera entrevista que me hacen en diez días", dijo Santos, que fue noveno en Londres, donde no pudo superar su cuarto puesto de Atenas ni el quinto de Pekín. De todos modos, los regatistas toman el aislamiento con naturalidad. "Es bueno porque te despejás de todo lo que son unos Juegos Olímpicos y quizá te lo tomás como un campeonato más", asegura Calabrese.

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