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Testigos de un baño

  • 'In situ' Fabio Capello, seleccionador ruso, contempla la exhibición Problemas Algunos hinchas del Zenit, detenidos

La mirada escondida bajo las gafas de Fabio Capello, la sonrisa infinita de Julio Baptista, la profundidad reflexiva de Van Nistelrooy, la estampa apagada de Luciano Spalletti cada vez que Isco ponía el patio en pie, los gritos al aire de Hulk, las gargantas incrédulas de los aficionados blanquiazules... La noche fue adaptando muchos rostros entre los múltiples testigos del recital de fútbol que impartió el Málaga al Zenit. Fue un partido inimaginable; el baño de los blanquiazules acabó siendo más protagonista que la ilusión del estreno en la liguilla de la Champions.

La goleada resultó un palo para los más de mil seguidores rusos que se dieron cita en las gradas, la mayoría acotados en la zona de visitantes, otros cuantos camuflados en el resto de sectores. Sin embargo, se hicieron notar con sus cánticos, a veces incluso acompañados al ritmo de trompetas. El gran desempeño de Pellegrini y los suyos acabó dejando su viaje reducido a los buenos ratos que pasaron por la mañana y el día antes bebiendo y disfrutando del clima por las calles céntricas de la ciudad. Alguno se lo perdió por mal comportamiento. La Policía Nacional, gran despliegue el suyo, dejó fuera a los más activistas y requisó alguna herramienta impropia para ver un partido de fútbol. Ellos también se quejaron de la caída de algún objeto a su grada durante el descanso.

Volvió a sonar el himno de la Champions, a agitarse la lona con forma de balón en la medular. Igual de impactante, aunque los más románticos entendieron que, aunque siempre imponente, nunca será tan embriagador como la primera vez, ante el PAO. Viendo el juego del Málaga, parece que sonará varias noches más.

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