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Trabajo interrumpido

  • El Granada se trae una derrota que el equipo no merece encajar

A veces se entiende, y mucho, a los jugadores de fútbol que se indignan con los árbitros. En este caso con el asistente de Velasco Carballo, que estuvo segurísimo de un error de bulto. Un penalti que no fue ni de lejos privó al Granada de, al menos, un empate en La Rosaleda. Y el curro que se metieron los de Caparrós, hundido por los suelos.

No fue un partido brillante del Granada, pero tampoco malo. Como el del Málaga. Sí que dio la impresión de que el bloque está asentándose poco a poco, pero aún quedan errores por corregir, como cierta sensación de inseguridad del equipo, que defiende demasiado atrás. Aunque ayer no fue por lo que vinieron los goles de la remontada.

Durante la primera parte, el conjunto rojiblanco funcionó bien como bloque, aunque volvió a cometer errores como encerrarse demasiado cerca de su portería, y también no estar atinados en la salida de la pelota al contragolpe. Pero en defensa se hicieron bien las cosas, manteniendo la concentración ante jugadores tan peligrosos como Amrabat.

En la segunda, el bloque de Joaquín Caparrós acusó las decisiones del árbitro. El 2-1 fue un jarro de agua fría que el equipo no pudo digerir con tan poco tiempo. Justo cuando estaba empezando a crecer el Granada en juego.

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