Real betis-granada · la crónica

El auténtico poder de la determinación (1-2)

  • El Granada ofrece su mejor cara de la temporada con una gran victoria en el campo de un Betis que se las prometía felices. Los pupilos de Anquela se muestran superiores a su rival en todas las facetas del juego.

Tanto intentar evitar comparaciones con Abel Resino y va Juan Antonio Anquela y emula al madrileño. Al igual que ocurriera la pasada temporada, la visita al Benito Villamarín se ha saldado con una victoria sustentada en un fútbol de muchos quilates que, además, permite romper con una mala racha de juego y resultados. 

Para que el Granada sumara ayer tres valiosísimos puntos, el técnico jienense contó con todo un equipo comprometido y, sobre todo, con un Mikel Rico que protagonizó un partidazo. El cuadro rojiblanco jugó ayer con doce (o trece) futbolistas porque el centrocampista vasco se multiplicó en todas las zonas del campo. Y marcó el gol de la victoria cuando peor pintaba el panorama, un tanto impresionante en el que conjugó llegada, control, regate y definición. 

Los granadinos no demostraron su situación en la tabla. Jugaron mejor que su rival, se adelantaron en el marcador, supieron sufrir cuando le marcaron y tuvieron redaños para levantarse y dejar a su rival con la boca abierta. En Sevilla aún no se creen que el Granada 'ultrajara' a todo un equipo colocado en puestos de Champions. 

Salió con más ganas el Granada ante un Betis que parecía confiado a que su buena estrella daría su fruto tarde o temprano. La presencia de Benítez se dejó notar desde la primera jugada. Y por su banda llegó el tempranero gol visitante. Un perfecto centro del mallorquín obligó a un mal despeje de Adrián, presionado por la presencia de El Arabi. El rechace le llegó claro a Torje, que no tuvo problema para inaugurar el marcador. 

Consciente de que quedaba mucho partido por delante, el cuadro rojiblanco no se echó atrás. Todo lo contrario. Mantuvo su línea defensiva notablemente adelantada, con la ayuda de un Mikel Rico ya omnipresente, un Iriney muy trabajador y con Brahimi muy atento al devenir del juego. 

Los ímpetus perdieron algo fuerza pasado el ecuador del primer tiempo. El pequeño bajón lo aprovechó el Betis para rendir visita a Toño, al que Sevilla obligó a intervenir con acierto. El mal momento duró nada y menos, lo que tardó el Granada en recuperar la batuta. 

El manifiesto enfado de Mel pareció contagiar a los suyos, que en el último tramo del periodo inicial apretaron con jugadas a balón parado. La defensa visitante respondió con seguridad... y tarjetas. Al descanso toda la retaguardia había sido amonestada salvo Nyom. 

Tras la reanudación fueron los verdinegros los que parecieron salir con más predisposición, pero fueron frenados en seco por una cabalgada de Nyom por su banda. Su espectacular centro salió rebotado y cayó a los pies de Benítez, que desaprovechó una gran ocasión al cruzar en exceso. 

La sentencia pudo llegar poco después. El Arabi, que no llegó por centímetros a un centro chut de Torje. Los diez primeros minutos de la segunda parte fueron un auténtico baño visitante. Bien asentado atrás, los de Anquela veían con claridad las salidas de balón. Con un poco de suerte el segundo gol tendría que haber lucido en el casillero granadinista. 

Toño evitó lo que hubiera sido una gran injusticia. En otra jugada de balón parado, Perquis remató de cabeza a quemarropa para que el cancerbero se luciera con un paradón cuando el balón buscaba la escuadra. El poste hizo el resto al consiguiente remate de Molina. Lo que no pudo evitar el buen portero alicantino fue el empate poco después. El único fallo de colocación de la defensa rojiblanca, achacable sobre todo a Borja Gómez, lo aprovechó Rubén Castro. Cosas del fútbol, que no suele benévolo con el más débil. 

Una jugada aislada amagó por cambiar decorado. Los béticos se lanzaron a por la remontada ante un Granada que tardó en asimilar la nueva situación. Por unos instantes el balón comenzó a merodear más el área visitante. 

Anquela intentó dar más tranquilidad al juego de los suyos con la sustitución de Torje, que no recibió bien la orden de ser reemplazado por Orellana. El enfado del rumano fue manifiesto. Y el golazo de Mikel Rico, soberano. 

Antes de llegar a la media hora, Nyom metió la quinta por la izquierda. A su centro en semifallo no llega por poco El Arabi, que como en el primer tanto fue al remate. El balón se le quedó al centrocampista vasco, que con el tacón protagonizó un tres en uno: sentó a Cañas y a Paulao, se dejó el esférico en perfectas condiciones y con el interior de su zurda colocó el balón donde quiso. 

Quedaban 15 minutos y todo apuntaba a que se le iban a hacer eternos al Granada. Nada más lejos de la realidad. Aunque el Betis casi empata en otro balón al palo, a los de Mel se le hizo un mundo llegar al minuto 90. Y es que los rojiblancos también doblegaron a su rival en el aspecto físico.

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