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La capital del 'Imperio Fútbol' ya arde

El Coliseo y el Arco de Constantino llevan varios días sufriendo una inusual competencia: el trofeo de la Liga de Campeones, por el que pelearán el Barcelona y el Manchester United, acaparaba la atención de los turistas como los monumentos de la antigua Roma.

La copa está custodiada por el Arco de Constantino. Plata sobre piedra, y al fondo, el enorme Coliseo, acostumbrado a trofeos más sangrientos, sin asas, intangibles. El preciado trofeo de la Liga de Campeones, como el Arco, se sitúa en la antigua Via Triumphalis, recorrido que hacían los emperadores vencedores al entrar en la ciudad. Junto al enorme anfiteatro, los carteles color sangre que ha colocado la UEFA para publicitar la final regalan un paralelismo fácil.

"Es el mejor escaparate a nivel de clubes. Sentimos que es nuestra competición y la más importante de ganar". Esa frase sobre la final enmarca el acto festivo-comercial de la UEFA en el Foro Romano. No habla Messi ni Cristiano Ronaldo, estrellas respectivas de los dos finalistas. Es una sentencia firmada por Raúl, capitán del Real Madrid. Una contradicción más en una ciudad más caótica de lo habitual, con los policías y carabinieri tomándola poco a poco en una semana caldissima, según el diario La Repubblica. Y es que tras la final, el viernes, se reunirán los ministros de Justicia y del Interior del G-8 y se temen movilizaciones de los sectores de izquierda. Los aficionados que ya están en la capital italiana aprovechan para tomarse las últimas cervezas tostándose al sol en la zona del Panteón, la Fontana di Trevi, Campo de' Fiori, Piazza Navona y Piazza di Spagna.

Todo para que en la final del miércoles sólo se hable de fútbol. No habrá arena, sino el perfecto césped del Estadio Olímpico, el coliseo del fútbol romano. No habrá emperadores, pero sí estarán el rey de España, Juan Carlos, y el príncipe Guillermo de Inglaterra. Y nadie mirará a Silvio Berlusconi para ver si baja o sube el pulgar. Messi, Ronaldo y compañía gobiernan el Imperio Fútbol y ellos deben ser los verdaderos protagonistas.

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