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Así es imposible la permanencia (0-0)

  • Un Granada sin fútbol, chispa ni sangre cede un decepcionante dos puntos en casa ante el Málaga y se complica la salvación Isaac Success falla dos claros mano a mano ante Ochoa que cuestan la victoria

A diferencia del punto del domingo pasado en San Mamés, el de anoche en Los Cármenes contra el Málaga es un punto de leche cortada. Caducada. Echada a perder. Como el periplo del Granada en Primera. No se pueden pasar dos temporadas enteras jugando con tus cuentas. Para que  salgan las matemáticas no hay que mirar las jornadas que quedan y hacer cuentas de la vieja. También hay que jugar, hay que tener sangre, hay que ponerle amor propio. Si en Bilbao se puso, anoche ni de lejos. El Granada, achantado por la responsabilidad de ganar ante su público, se arrugó como el plástico en el fuego, preso de un terror enorme a perder que le maniató pese al cambio de sistema ideado por José González.

 

El partido fue infame, impropio de estas alturas de Liga, en las que los equipos, como en este caso el rojiblanco, se juegan el pan. El conjunto granadinista no tiró a portería en la segunda parte hasta la media hora de juego y de las cuatro ocasiones, dos fueron de un central: Ricardo Costa. Pero si por algo sabe peor el 0-0 en el derbi fue porque un equipo que perdona dos mano a mano ante el portero oponente no se puede quedar en Primera. Success, arranadísimo durante todo el partido, se plantó dos veces ante Ochoa y en ninguna supo qué hacer. No es la primera vez que le pasa. Una la tiró fuera porque no se atrevió a encarar y la otra la falló justo por lo contrario. Se puso delante del mejicano, le radiografió el lado al que se iba a ir y el meta le sacó el balón. Así de duro será recordar que el Granada se fue a Segunda.

 

La primera mitad caminó a un ritmo extraño. Lo mismo se entraba en una fase de aceleración que, de repente, el encuentro se dormía entre interrupciones y fallos con el balón de los dos equipos. La puesta en escena del enganche con Rochina dejó al algún destello de inicio, pero el Málaga puso algo más de fútbol y con eso dio varios sustos con los que el Granada se pensó tener la línea defensiva tan adelantada. Aunque fue precisamente con el equipo local siendo más atrevido cuando los visitantes sufrieron más.

 

El reparto de méritos fue equitativo durante la primera entrega. No tardó un minuto en intervenir Andrés Fernández para evitar el 0-1 en un cabezazo en posición adelantada de Santa Cruz. El murciano volvió a tener trabajo dos minutos más tarde al adelantarse a un cabezazo de Cop a bocajarro. No fue la única clara de la que gozó el conjunto de Xabi Gracia. La mejor fue una cabalgada de Recio por línea de fondo tras irse de Miguel Lopes y Babin y cuyo pase de la muerte se le quedó atrás al ariete croata con la puerta vacía (22'). 

 

Las ocasiones de un Granada tuvieron bastante picante pero se malograron por pequeños matices. Un disparo muy bueno pero muy ajustado al poste de El Arabi con pierna izquierda (9'), una contra de Isaac Cuenca en la que Albentosa le hizo falta pero el árbitro aplicó una ley de la ventaja que condicionó la acción a una finalización inexistente, o la mejor: un mal control de Success a pase de Rochina desde el centro del campo que no le permitió encarar en plenas condiciones de gol a Ochoa y que tiró fuera (32').

La aparición de Rochina entre líneas fue casi testimonial, pero las dos veces que lo hizo dieron buenas chances de gol al Granada. Sin embargo, el problema estaba en las bandas. Biraghi, en su línea fallona en ataque, desesperó al personal al perder balones fáciles, aunque por suerte fueron en el campo rival y no en defensa. Miguel Lopes tampoco tuvo su día.

 

La segunda parte fue peor si cabe. El Granada se dejó dominar sin crearle problemas a un Málaga que se notaba a kilómetros que estaba jugando a un ritmo bajo. Pero con poco que hacía, metía el miedo en el cuerpo a un Granada taquicárdico. Los rojiblancos no tiraron a puerta hasta el 74'. Los malacitanos, un poco antes, hasta el 68'. La mejor opción la tuvo Chory Castro con un tiro desde la frontal desviado por poco. El trabajo duro lo estaba haciendo un Atsu, que si hubiera tenido algo más de mordiente hubiera hecho un roto, y de verdad, a la defensa local.

Los granadinos, sin centro del campo, con Success reconcomido por sus dos fallos ante el 'Memo' Ochoa (el del mano a mano en el 78'), Doucouré superado sin dar más de sí, Rubén Pérez sin aportar fútbol, con El Arabi desconocido y Rochina superado, fueron incapaces de poner sangre y algo de fútbol a un partido que se murió a cinco del final con un cabezazo arriba de Costa. Poco. Poquísimo. Así es imposible salvarse. Y otro año más jugando con fuego acabará quemando. Posdata: ¿Peñaranda sigue calentando en la banda?

 

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