Granada-rayo

Todo se va al traste en cinco minutos (0-3)

  • El Granada se complica la vida al caer de forma clara ante un buen Rayo. El partido da un giro radical al marcar los visitantes justo después de un remate al palo de Brahimi y la posterior expulsión del argelino.

Todo puede cambiar en un momento... o en cinco minutos. Éste fue el tiempo en el que el Granada pasó del todo a la nada en su enfrentamiento ante un Rayo Vallecano que demostró el buen momento que atraviesa. Tras una primera parte igualada, en la que los contendientes midieron sus fuerzas a la par, tres acciones consecutivas en la reanudación, entre los minutos 48 y 53, determinaron el sino del encuentro y que el cuadro granadino pasara de pensar en un plácido final de temporada a tener que afrontarlo con la amenaza del descenso sobre sus espaldas. En ese pequeño lapsus de tiempo Brahimi envió a la madera una clarísima ocasión de gol y luego fue expulsado, justo antes del primer tanto vallecano. Cinco minutos después llegó el segundo tanto... y adiós.

Hasta esos fatídicos 300 segundos, el partido había ofrecido una lucha pareja entre ambos contendientes, aunque con ocasiones más claras para los locales. Después de tanta fatalidad, el Granada se desmoronó como un azucarillo y vivió casi todo el segundo tiempo sumido en la impotencia más absoluta frente a un conjunto que jugó casi a placer más de 35 minutos.

El Granada salió con un once previsible, prácticamente con los hombres en los que más confía Alcaraz a estas alturas de la temporada. En cuanto el balón se puso en juego, los madrileños no dejaron pasar ni un suspiro para tomar la iniciativa. Jémez y los suyos lo tenían claro. Con esta actitud, los rayistas apenas tardaron dos minutos en dar fe de sus intenciones. Un pase largo de Rochina fue empalmado dentro del área por Larrivey. Menos mal que el argentino cruzó en exceso.

Durante los primeros compases, la presión rayista apenas dejó a los anfitriones cruzar la divisoria del campo. Hasta los ocho minutos no se produjo tal 'acontecimiento', pero cuando el Granada lo hizo fue para hilar hasta cuatro ocasiones seguidas en apenas un par de minutos. La jugada que cambió la dinámica fue una colectiva que culminó Piti con un chut desde el borde del área que buscó el primer palo. Rubén tuvo que estirarse para enviar el balón al poste. Luego, fue turno para El Arabi, en dos ocasiones, y Fran Rico, que estuvieron en condiciones de dar algo más que un susto al meta vallecano.

El monólogo granadinista duró hasta que se sobrepasó el cuarto de hora del choque. Entonces, los visitantes intentaron controlar un poco más el balón para bajar el ritmo. Entre medias, en el 19', Piti reclamó un penalti que bien pudo serlo, pues llegó al balón antes que un Zé Castro que intentaba despejarlo.

No es que los madrileños agobiaran en demasía, pero daban la impresión de que podían fabricar mucho peligro en cualquiera de los balones largos que metían sus centrocampistas a sus delanteros en las inmediaciones de los dominios de Karnezis. Mediado el primer tiempo, el control de la situación volvió a manos de los de Jémez. El Granada había perdido fuelle y la intensidad que había puesto de manifiesto durante diez minutos. Con el bajón de los locales, en el tramo final del primer tiempo el encuentro perdió la vistosidad que había lucido por momentos. En una de las últimas acciones pudo marcar el Granada. Fue en una jugada aislada, a la salida de un córner que botó muy cerrado Piti y que Fran Rico no acertó a rematar casi pegado en el segundo palo (43').

La reanudación tuvo a Brahimi como protagonista absoluto. Primero por enviar al larguero un gol cantado. El argelino, casi a puerta vacía, optó por romper el balón en vez de cololarlo con relativa tranquilidad en el fondo de la red (48'). Y tres minutos después por ver la segunda cartulina en una acción tan innecesaria como, quizá, excesivamente castigada por Mateu Lahoz.

Para colmo de males, sin que ni siquiera el Granada hubiera asimilado el hecho de que iba a jugar casi toda la segunda mitad con diez, Saúl enganchó un zurzado desde más allá del borde el área para marcar por toda la escuadra. Con estas tres acciones a los locales se les desmoronó la contienda.

Tras el tanto pudo empatar el Granada, pero Bueno cortó una asistencia de Piti a un Riki que esperaba casi en la boca del gol. La respuesta madrileña fue desgarradora para los rojiblancos, pues Larrivey marcó el segundo para los de Jémez. El argentino, mal defendido, remató cruzado al fondo de la red. Definitivamente el partido se le puso al Granada muy cuesta arriba, por no decir imposible. En algo más de diez minutos todo se había ido al traste y más de uno -en el campo y en las gradas- empezó a pensar ya que el partido ante el Almería había adquirido tintes de final.

El segundo tanto tuvo efectos demoledores en todos los rincones de Los Cármenes. En el césped, los jugadores se vieron impotentes ante un rival que había aprovechado el momento idóneo para soltar un aldabonazo con el que fulminó al Granada y sentenció el choque. En las gradas, los aficionados se percataron de la incapacidad de los suyos para siquiera soñar con recortar diferencias y, a la par, pusieron de manifiesto su imposibilidad para empujar al equipo a protagonizar algo grande.

El paso de los minutos supuso una auténtica losa para los de Alcaraz. El Rayo, con una marcha menos, estuvo a punto de hurgar aún más en la herida en un remate de Larrivey al que respondió Karnezis con un gran alarde de reflejos (73'). Pero la intención ahí estaba y, a falta de cinco minutos, Seba, con sus 170 centímetros, no tuvo ningún problema para hacer el tercero a los suyos.

Lo dicho. El Granada dejó para 'mañana' lo que pudo hace ayer. Quedan tres partidos y la permanencia hay que amarrarla. La salvación sigue en el aire.

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