Emular a Martínez Montañés o Juan de Mesa ya no está sólo al alcance de un grupo limitado de genios del cincel. No hay nada más lejano del taller de un escultor que los laboratorios de la Fundación Andaluza de Imagen, Color y Óptica (Faico) en el Parque Tecnológico Cartuja 93, entidad de la que es patrono el Grupo Joly. Y sin embargo, el resultado es el mismo: recrear una obra de arte única. La clonación de tallas religiosas va más allá de una función meramente estética. El director de Faico, Manuel Jiménez, destaca que varias hermandades andaluzas, como La Cena o Las Cigarreras de Sevilla, se han interesado por esta tecnología como sistema de seguridad en caso de que las tallas titulares sufran algún percance.

Ésta es sólo una de las posibilidades que brinda la tecnología 3D, más conocida por el gran público por sus aplicaciones en el cine, y que, sin embargo, tiene un gran campo de posibilidades en la vida real para mejorar la eficiencia de las empresas. Faico, que ha desarrollado más de 200 proyectos desde su creación en 2003, satisface demandas de clientes de lo más variopinto. "Cada encargo supone un desafío, ya que se parte de cero para obtener unos resultados satisfactorios para el cliente", insiste el nuevo presidente de la fundación, Jaime Tovar.

La tecnología 3D de Faico, basada en una cámara especial de infrarrojos, ha sido clave en el control postoperatorio del primer transplante de cara en Andalucía. Otra aplicación en el campo sanitario consiste en el control del efecto degenerativo en el rostro de pacientes con VIH. También ha sido contratada para recrear prototipos y maquetas de edificios y piezas mecánicas, así como realizar réplicas exactas de yacimientos palenteológicos.

Faico trabaja también en la implementación de sistemas de visión artificial orientados a procesos industriales, donde tiene grandes posibilidades de negocio en materia de control de calidad. "En los últimos días no era raro encontrar cangrejos corriendo por el laboratorio", narra Manuel Jiménez. La razón es que ha desarrollado para un cliente un sistema capaz de diferenciar los cangrejos vivos de los muertos para extraerlos de la línea de empaquetado de una empresa pesquera. Antes de llegar a este punto han pasado cientos de cangrejos bajo una cámara con el fin de programar el software para que sea capaz de discriminar las características morfológicas. Un sistema similar se ha diseñado para una piscifactoría, el cual permite desviar los alevines inmaduros o con malformaciones de la línea principal de producción.

Las posibilidades son infinitas. Otro cliente ha sido una empresa hortofrutícola, para la que se ha diseñado un dispositivo que permite seleccionar las frutas en función de tres calidades y cuatro calibres a una velocidad de cinco unidades por segundo.

La tercera pata de la actividad de Faico es el sector de las artes gráficas, donde presta servicios técnicos de calibración de equipos de medida, entre otras funciones.

Según Jaime Tovar, el reto actual de Faico es acceder a proyectos de carácter internacional. El primer paso se ha dado con una iniciativa para varios parques zoológicos europeos, en la que participan entre otros el Zoo de Nüremberg, y el de Jerez. A través de sistemas de visión artificial, se analizará el recorrido que hacen los visitantes para mejorar el acceso a las instalaciones. Faico emplea actualmente a 14 titulados superiores y es una entidad sin ánimo de lucro que ingresó el año pasado 900.000 euros por sus proyectos. Sin embargo, una de las dificultades de emplear alta tecnología es su rápida obsolescencia. Para este año, está prevista la inversión de 100.000 euros en la adquisición de nuevos equipos, que permitirán la captación en 3D de grandes superficies. "Por ejemplo, servirá para recrear un yacimiento arqueológico y evitar la paralización de una obra", afirma Manuel Jiménez.