Entrevistas

Sandra Lorenzano: “Los derechos son un tema menor cuando no se alcanza para vivir”

La escritora y Premio Málaga de Ensayo Sandra Lorenzano.

La escritora y Premio Málaga de Ensayo Sandra Lorenzano. / Juan Carlos Muñoz

Poeta, narradora, ensayista, Sandra Lorenzano y su familia forman parte de la comunidad argentina exiliada a México como consecuencia de la llegada al poder del general Videla, en 1976. Su obra Herida fecunda (Páginas de Espuma) ha logrado la XV edición del Premio Málaga de Ensayo. En ella reflexiona sobre la experiencia del exilio, la migración, la pertenencia y el arraigo y ha estudiado la figura de la malagueña María Zambrano, otra exiliada y parte de la diáspora española en México. En esta entrevista responde sobre Argentina y México, aunque nada de lo ocurre en el planeta le es ajeno.

–El exilio es abandonar la casa, el barrio, a los vecinos. ¿Es siempre triste el exilio?

–Siempre lo es. Si logramos salir con vida, si logramos cruzar las fronteras, llegar a un lugar donde somos bien recibidos, esa herida puede volverse fecunda. Pero claro que es triste tener que abandonar lo tuyo sin querer hacerlo.

–¿El exiliado deja de sentirse alguna vez como un exiliado?

–La marca del exilio está siempre pero no siempre te sientes exiliado. Sabes que esa marca está pero tú vas perteneciendo a un lugar, a más de un lugar; ésa quizá sea la marca de un exiliado. Y eso te hace ser diferente pero no necesariamente es toda la vida una marca desgarrada.

–El narcotráfico en grandes dimensiones provoca una corrupción en grandes dimensiones. Se habla de estados fallidos. Hay zonas en Andalucía, como en México, que el narcotráfico amenaza con provocar fallas irreparables. ¿En qué solución ha pensado?

–Llevo casi 50 años en México y he visto crecer algo que ya no llamamos narcotráfico sino crimen organizado, pues hay muchos negocios ilícitos alrededor del tráfico de drogas. No es fácil encontrar soluciones. Tiene que haber una suma de voluntades.

–¿Cómo?

–Hay un problema económico en la base, evidentemente, y de precariedad, especialmente la de los jóvenes, que les hace ver como único horizonte posible sumarse a las filas del crimen organizado. La única manera de construir un camino que transforme las cosas sería que los estados invirtieran en ofrecer otras oportunidades especialmente a los jóvenes. Que pertenecer al crimen organizado no fuera la única forma de construir una vida.

–¿Se asume como una forma de vida como otra cualquiera?

–Los jóvenes entran muchas veces sabiendo que van a morir en poco tiempo pero dejando a su madre o su padre una cantidad de dinero. Es una situación muy terrible porque pareciera que los jóvenes quieren, dicho entre comillas, pertenecer al crimen organizado. No, nadie quiere; es la única manera de tener un horizonte de mejora de vida. Ahí es donde tienen que invertir los Estados. Y me refiero a la suma del Estado con la sociedad civil, con los empresarios, con la gente que esté interesada en salvar el país.

–Milei, como Trump, Bolsonaro u Orban, son presidentes poco moderados que la gente elige en elecciones libres. ¿Por qué no seduce la moderación?

–Creo que no se puede generalizar. En el caso argentino es una crisis económica muy brutal que no pudo controlar ni cambiar el Gobierno anterior, cuyo secretario de Economía, Sergio Massa, fue el candidato del sector moderado. La gente dijo basta, vamos a cambiar. Y un tema relacionado es la juventud. El voto joven ha sido muy importante para Milei, son jóvenes que viven bajo la línea de la pobreza y a quienes no les importa nada de la memoria, de la dictadura, de los desaparecidos. Les interesa comer cada día y tener un trabajo. Cuando a la gente no le alcanza para vivir, los derechos se consideran un tema menor. Hay otros que pensamos que si no defendemos los derechos no vamos a tener esa posibilidad de tener un trabajo que te permita comer todos los días.

–Se percibe a mucha gente enfadada. ¿Cree que la revolución digital ha dejado a demasiada gente demasiado excluida?

–Pienso más bien que el modelo neoliberal se ha impuesto y que ha dejado a mucha gente excluida. Yo diría al contrario, que la revolución digital es algo que surge con el desarrollo tecnológico, generalmente apoyado en el liberalismo.

–¿Y qué piensa entonces de la revolución tecnológica?

–Hay dos consecuencia básicas: una para bien, pues estamos más conectados, en ese sentido hay una comunicación que debería favorecer la democracia; pero, por otro lado, tenemos, y eso lo vemos con Milei y con el resto, un manejo de la comunicación que se basa en los fake news, los bulos informativos, las mentiras en la comunicación. Eso provoca muchas de las decisiones antidemocráticas de la gente.

–Y gobiernan gobernantes que no dejan de sorprender.

–Milei lo está diciendo claramente: vamos a hacer desaparecer la clase media. Los ricos van a tener el dinero y el poder y el resto del mundo está excluido de ese modelo. Totalmente diferente a lo que imaginábamos como ideal, que no tenemos que irnos lejos, un modelo de socialdemocracia liberal, tolerante, inclusiva, con derechos sociales, respeto a derechos humanos, con salarios que alcancen, con tiempo para el ocio... Eso suena ahora a utopía.

–¿Cómo era el México donde vivió María Zambrano en el exilio?

–México fue muy generoso con el exilio republicano de España y María Zambrano no fue una excepción. Pero era un México poco modernizado todavía, muy tradicional en términos culturales. Se daban las dos cosas, la vanguardia cosmopolita se mezclaba con una sociedad más tradicional.

–¿Cuál fue la marca de México para Zambrano?

–Le ofrecieron un trabajo en la Universidad de Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en Morelia, y aunque estuvo pocos meses, es el lugar que menciona al iniciar el discurso del Premio Cervantes. Habla de su experiencia en Morelia y de haber empezado los cursos el día en que caía Madrid. Y les habló del concepto de libertad en los griegos a aquellos chicos que me miraban con avidez.

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