Crítica del Festival de Música y Danza de Granada

Neumeier memorable

Una de las coreografías del Ballet de Hamburgo.

Una de las coreografías del Ballet de Hamburgo. / Jesús Jiménez Hita/ Photographerssport (Granada)

Fue el 29 de junio de 1973 cuando por vez primera el Ballet de Hamburgo visitaba Granada de la mano de John Neumeier (24 de febrero de 1939, nacido en Milwaukee, Wisconsin) y el motivo de su visita era representar un programa mixto dentro de nuestra XXIII edición del Festival, dos primeras piezas firmadas por él; Ocaso (con música de A. Scriabin) y extractos de Romeo y Julieta (Madrigal, Balcón y Separación; Prokofiev), y una tercera dedicada a G. Balanchine, Divertimento nº 15 (W. A. Mozart). En Neumeier destacaría su peculiar forma de entender las evoluciones y entrepasos desde el academicismo y clasicismo más puro, hasta llegar a dominar los códigos de las corrientes más neoclásicas y contemporáneas europeas. Posee esa capacidad de crear pasos a dos de gran dificultad, con uso brillante entre la narrativa y la estética que muestra haberse nutrido de las formas de movimiento que le aportaron sus maestros y compañeros.

La figura

Re-versionó el repertorio con un aire renovado de actualidad ya en sus primeras incursiones en el arte coreográfico que datan de 1966. Destinado a dirigir el Ballet de Frankfurt en 1969, donde rápidamente causó impacto a su juventud con el estreno de su Cascanueces y Romeo y Julieta, antes de convertirse en director y coreógrafo del Ballet de la Ópera de Hamburgo. Reorganizó completamente la compañía con notable éxito y apoyo institucional convirtiéndola en una de las principales de la escena alemana, de reconocimiento internacional y a la que ha dedicado su vida. Tiene una amplísima y extensa obra como autor de ballets, que van desde nuevas versiones de ballets de larga duración, ballets sinfónicos especialmente compuestos por Gustav Mahler, hasta coreografías de música sacra como su famosa Pasión según San Mateo.

El Ballet de Hamburgo llegó al Generalife las noches del viernes y sábado. El Ballet de Hamburgo llegó al Generalife las noches del viernes y sábado.

El Ballet de Hamburgo llegó al Generalife las noches del viernes y sábado. / Jesús Jiménez Hita, Photographerssport (Granada)

Entre sus obras podemos citar: Don Juan, El beso del Hada, El Pájaro de fuego, Escenas infantiles, La consagración de la primavera o Tercera Sinfonía. Especialmente también conocidas son sus versiones de los clásicos: Illusions-like Swanlake, o Giselle. Y entre sus obras de inspiración shakespeariana podemos destacar: la citada Romeo y Julieta, Mozart o Como os plazca y El sueño de una noche de verano (estrenado en 1977 en Hamburgo), que es la elegida para cerrar el ciclo con Granada en este julio de 2023, en el que se cumplen justo 50 años desde su primera visita. Razón más que suficiente y a la que parecen haberse alineado los astros para dar significado a tan fortuita coincidencia, ya que en el pasado año 2022 se anunció al argentino Demis Volpi como su sucesor al frente de la dirección artística del Ballet de Hamburgo ante su inminente retirada prevista para el próximo año y que, por tanto, pone a Granada y su festival en un lugar emotivo y especial para la trayectoria del artista.

La obra

En su Sueño… trata las aventuras y desventuras de un grupo de mortales e inmortales, manteniendo siempre la narración a medio camino entre lo onírico y la realidad, ya que en su propuesta diferencia claramente tres estatus sociales: la aristocracia, personajes del mundo fantástico y los artesanos-cómicos. Dos parejas de jóvenes amantes alteran a los “duques” Teseo (Oberon) e Hipólita (Titania), rey y reina de las hadas, y el zafio Fondón (Bottom), partícipes todos en una única historia a causa de los trabajos del duende Filóstrato (Punk), una especie de perverso cupido, que con su magia enreda el triángulo de parejas en el que se suceden una serie continua de complicaciones amorosas. Los dos jóvenes se encuentran en el bosque; Demetrio y Helena. Escapan para casarse en secreto ante el impedimento del padre de ella, pero a los que Demetrio, fascinado de Hernia le sigue con Helena, enamorada de Demetrio. Adentrándose en ese paraje mágico, inmersos en litigios sin sentido, persecuciones en el bosque, trucos mágicos y entuertos al máximo estilo Shakesperiano, para concluir en la triple boda celebrada en el palacio de Teseo e Hipólita, al fin reconciliados.

Fantasía en la que se subraya el misterio del amor en sus miles de manifestaciones, entre la ternura, lo pasional, el deseo, el juego, lo erótico, lo cómico y el triunfo del amor como manifestación máxima de la felicidad.

La excelente partitura de Félix Mendelson (1842-1843), la de György Ligeti (1923-2006) y la música tradicional mecánica, amenizan la trama de forma intercalada, dando identidad propia a los momentos de realidad, sueño y escenas que encabezadas por un organillo con el que desfilan los cómicos, nos hacen pasar un rato divertido y alegre ante el ocurrente embrollo.

Mágica la escena de la primera ensoñación, simultaneidad de peripecias, estéticas altamente cuidadas, gusto, posiciones invertidas en dúos tipo fish, sentido y sensibilidad, escenografía en continuo movimiento para un mundo fantástico que nos sumerge en la ensoñación, dinamismo, son algunos de los matices del universo Neumeier que armonizan y dan coherencia entre el rigor y la complejidad de la composición de la obra como sustancia de la acción teatral.

La obra se encuentra dentro del repertorio de compañías como Ballet de la Ópera de París, Bolshoi Ballet, Dresden Semperoper Ballet, Houston Ballet, Polish National Ballet, Royal Danish Ballet, Royal Swedish Ballet ó Viena State Ballet. Había sido coreografiada ya anteriormente por Michel Fokine (1906) para alumnos del ballet del Teatro Imperial de San Peterburgo, George Balanchine (1962) para el New York City Ballet, Frederick Ashton para el Royal Ballet al que se tituló The Dream (1964), Marius Petipa (1976), y Neumeier la crea para el ballet de Hamburgo (1977), e incluso existen las versiones posteriores de Pierre Lacotte (1985) para la Ópera de París y la de Jean-Chrisophe Maillot (2005), para los Ballets de Montecarlo.

Además de esto, Neumeier estuvo preocupado por dar una formación de calidad a los bailarines para lo que fundó la escuela del Ballet de Hamburgo en 1978, que más tarde en 1989 se fusionaría en un solo centro de danza junto con la sede de la compañía. Edificio proporcionado y protegido por la ciudad de Hamburgo como sociedad interesada por este arte y la cultura. Hoy incluso cuenta con un internado para más de 30 alumnos, al que este año, dicho sea de paso, se suma el granadino Guillermo González Maroto, formado en el Conservatorio Profesional de Danza de Granada y Real Conservatorio Profesional de Danza Marienma de Madrid respectivamente.

Como medida de protección de su legado en 2006, se creó la Fundación John Neumeier para mantener viva y en buen estado la colección de danza y ballet creada para la ciudad de Hamburgo, también ha creado la compañía joven de ballet (Bundesjugendballet), y mantiene un compromiso social realizando proyectos de colaboración ciudadana y en residencias de ancianos.

Neumeier, además de cuidar de esta prestigiosa formación alemana de élite, ha sido galardonado y reconocido mundialmente tanto por continuas invitaciones a compañías de ballet de primer orden como el Royal Ballet de Londres, Ópera de París, Real Ballet Danés, Ballet de Tokyo, San Francisco Ballet, Ballet del Teatro Mariinsky entre otros. Así como con multitud de premios y condecoraciones además de ser ciudadano de honor de la ciudad de Hamburgo, premio Benois de la Danse, Premio a la trayectoria del Prix de Lausanne y la Medalla de Honor “Ingenio et arti”, otorgada por la casa real danesa a personalidades destacadas en el campo de las artes escénicas”.

Su vida ha trascurrido con dedicación plena a su trabajo con el ballet de Hamburgo, centrado en el estudio y la trasmisión de su conocimiento al conjunto, de su forma de entender este arte, en el que destaca una impronta muy personal, y en la que el movimiento siempre trata de sorprender al espectador en cuanto al uso de las evoluciones y desarrollos de movimientos inesperados e inmersos en una interpretación de la narrativa. Todo desde un clasicismo refinado y elegante. Por todo esto, la ciudad le ha otorgado la categoría de Ballet Intendant director, lo que quiere decir que sobre él no hay nadie que decida nada acera del ballet de Hamburgo. Sus últimas creaciones han sido La Bella Durmiente (2021), Hamlet 21 (2021) y Beethoven Propjet II (2021).

La compañía en la actualidad goza del mayor reconocimiento y prestigio mundial del ballet al ser considerada flor y nata de la danza internacional, con unos maravillosos componentes en cuanto a su interpretación, virtuosismo y calidad entre los que destacan Anna Laudere, Edun Revazow, Alexander Truch, Xue Lin, Karen Azatyan, Madoka Sugai y Jacopo Bellusi, arropados por un expresivo cuerpo de baile capaz de interpretar espléndidatemente dentro de la dificultad técnica haciéndolo todo natural.

Un jardín encantado dentro de los cipreses más escénicos del mundo entero, entre cuyos alcorques aparece Pink (Filóstrato) seguramente como en ningún otro escenario, y una adaptación mimetizada al Generalife, ha permitido una de las veladas de despedida más especiales y entrañables que seguramente él pueda recordar siempre. Un público que, a pesar de no estar habituado a obras completas de ballet tan largas, supo mantener la atención de forma hipnótica para absorber un ápice del talento derramado sobre el escenario. Tímido ante la imprudencia de aplaudir donde no debiera, pero que mantuvo un largo aplauso al que se sumaron bravos tras la emoción. Colofón brillante y triunfal a la danza en la 72 edición de este festival en este espacio, nos hizo reconocer la importancia de poder disfrutar de algo así. Ojalá no pasen otros 50 años antes de volver a ver la danza de élite que también otros nos dejaron en el pasado.

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