1989: el año en el que los tramposos acaparaban las primeras páginas de los periódicos
Granada año a año
A mediados de febrero mueren seis montañeros franceses aplastados por un alud en Sierra Nevada
En abril son trasladados desde París los restos del pintor Manuel Ángeles Ortiz, que es enterrado bajo un olivo en el cementerio de San José
1988: El año en el que Spielberg quiso rodar una película de Indiana Jones en la Alhambra
1987: El año en el que había hasta siete manifestaciones diarias
En 1989, al final de la década, la esperanza de vida de los granadinos había subido hasta los 70,17 años, un cubata costaba veinte duros, una bombona de butano 820 pesetas y una barra de pan 30 pesetas, menos de 20 céntimos de ahora. También te podías llevar a tu casa una ración de churros por diez duros, demasiado si tenemos en cuenta que ese año se descubre que más del 60 por ciento de las churrerías de Granada estaba utilizando aceites no aptos para el consumo. La Delegación Municipal de Medio Ambiente comprobó que en varias churrerías se usaban aceites prohibidos por considerarse nocivos para la salud. Se trataba de aceites de origen animal o de mezclas de distintos aceites vegetales cuya comercialización no estaba permitida. Aún nos faltaba por aprender que la democracia no debe estar sustentada por los corruptos y los tramposos. Visto lo visto, aún no hemos aprendido la lección.
Hablando de tramposos, ese año comenzó a funcionar en Granada el llamado 'Cobrador del frac', que se encargaba de recuperar los impagos de los deudores. Seguro que muchos de ustedes se acuerdan de aquellos tipos que iban en un seiscientos vestidos con frac que visitaban a los morosos. Tenían la misión de perseguir y sacarle los colores a aquellos que debían dinero y que no tenían intención de pagar. Algunos pagaban para no verse señalados. Según el Instituto Nacional de Estadística, los granadinos adeudábamos casi 8.000 millones de pesetas en letras protestadas. Casi ná.
También estaban los que hacían trampas en sus respectivos trabajos. La Fiscalía pidió seis años de prisión para dos bibliotecarios de dos facultades que se llevaban libros incunables de la Universidad para venderlos en el mercado negro. Los trincaron cuando fueron a vender un códice del siglo XVI a un coleccionista holandés. Según el fiscal, aprovechándose de su condición de bibliotecarios, robaron un número indeterminado de volúmenes de distinto valor, a los que luego en casa de uno de los procesados sometían a un lavado para borrar el sello de propiedad de la Universidad granadina. Acordaron asimismo robar una página miniada del códice Tacuinum Sanitate, de Thomas de Camtimpre, guardado en la biblioteca central de la universidad, en el hospital Real. Ahí los trincaron y se les acabó el chollo.
Y ya que estamos en la Universidad, el rector José Vida Soria anunció ese año su dimisión durante la toma de posesión del nuevo claustro elegido siete meses antes. Vida achacó su renuncia a la "extraña fórmula" contenida en los estatutos, que ordenaban un período de mandato distinto para el rector y el claustro, de modo que el actual claustro no podía elegir rector y para forzar su marcha sólo cabía recurrir a la cuestión de confianza. El rector, a la pregunta de qué faltaba por hacer en la Universidad de Granada, dijo: "Que los sordos oigan, que quieran darse cuenta de que la universidad es distinta de la política". Pero estaba equivocado. En su discurso de despedida arremetió contra los "imbéciles que no quieren el bien de la Universidad, sino prebendas". Fue elegido rector en funciones Juan Francisco García Casanova. Hasta que en abril el nuevo claustro elige a Pascual Rivas Carrera.
El paquete bomba
En ese año a ETA le dio por atentar contra los funcionarios de prisiones. Por aquel tiempo los granadinos pensábamos que el terrorismo golpeaba en otros sitios: en el País Vasco, en Madrid, en Barcelona… Supimos que la maldad de los terroristas no tenía fronteras ni límites cuando atentaron contra un funcionario de prisiones granadino destinado a Las Palmas de Gran Canaria. El funcionario, Dionisio Bolívar, tenía su vivienda personal en Montillana. Hasta allí fue enviado un paquete bomba a su nombre. La madre de Dionisio tenía el permiso de su hijo de abrir la correspondencia que le llegara por si era algo urgente que resolver. Se llamaba Conrada Muñoz Herrera y murió en el acto al abrir el macabro paquete. Fue el once de agosto de 1989. También fueron heridos el hermano del funcionario de prisiones y una sobrina que estaba en el pueblo pasando unos días. En los funerales celebrados en la citada localidad granadina estuvieron los ministros de Interior y Justicia José Luis Corcuera y Enrique Múgica respectivamente. También todo el pueblo. Algunas voces increparon a los ministros. Eran voces de rabia y de desconsuelo. Fue, como digo, el tiempo en el que también ETA puso en su punto de mira a los funcionarios de prisiones, lo que nunca se supo es el por qué los terroristas habían elegido a uno que había nacido en Montillana.
Y ya que estamos con las desgracias, en ese año hubo dos importantes que resaltar. La primera tiene que ver con seis montañeros franceses que murieron en Sierra Nevada aplastados por toneladas de nieve. El alud sepultó a los seis excursionistas cuando regresaban del refugio Félix Méndez e intentaban acercarse al Mulhacén. La nieve, que arrastró consigo toneladas de barro y piedras, cayó, desde una altura aproximada de 300 metros, sobre el lugar conocido como Cruz del Montañero. Nicole Issali, la única mujer del grupo y que resultó ilesa, se había retrasado respecto a sus compañeros. Según sus declaraciones posteriores, el deslizamiento fue producido por sus propios compañeros, que mientras andaban, con la nieve por encima de las rodillas, iban apartando los bloques de hielo que presumiblemente sostenían la cornisa superior. Aquella fue considerada la mayor tragedia ocurrida en las cumbres de Sierra Nevada. Fue un perro llamado Arco, que pertenecía al Equipo de Rescate de la Guardia Civil, el que olfateó a los cadáveres, que estaban con seis metros de nieve encima. Desde entonces a aquel sitio se le llama El paso de los franceses.
El otro suceso ocurrió en Puebla de don Fadrique, el 26 de agosto de ese año. Nunca antes había hecho tanto daño en Granada la cólera de Zeus. Ese día, cuatro personas murieron fulminadas por un rayo en un cortijo cercano a la citada localidad. La tragedia se produjo a causa de una gran tormenta con fuerte aparato eléctrico que descargó sobre un lugar conocido como Cortijos Nuevos de la Sierra. La tormenta sorprendió a varias familias que pasaban las vacaciones en el cortijo, donde se encontraban unas 20 personas, toda ellas naturales en La Puebla de Don Fabrique, pero residentes en Barcelona. El rayo dio en una reja y distribuyó la descarga eléctrica por las dos plantas del cortijo a través de las chinchetas y los clavos de las paredes. Por la descarga murieron carbonizadas de inmediato dos niños de once y trece años y una persona adulta de 41 años. Otra joven de 19 años, herida de gravedad, fue trasladada al hospital general de Baza, donde ingresó cadáver.
Ese año fue muy lluvioso. En los primeros días de septiembre se sucedieron varias trombas de agua en las localidades de Baza, Loja, Atarfe, Huétor de Santillán, Peligros, Albolote, Deifontes y Calicasas. También Granada capital se vio sorprendida por otra tromba que causó destrozos en las calles y los tendidos eléctricos. Ya por entonces se decía que el agua no caía del cielo con normalidad, sino con la rapidez y la fuerza de dañinas borrascas.
Los primeros kilómetros de la A-92
1989 es el año en el que cae el muro de Berlín y se ensancha Europa. Granada también se ensanchará con la puesta en marcha de los primeros 40 kilómetros de la Autovía del 92, entre las localidades de Salinas y Láchar. Fue el 26 de julio y vino para su inauguración el presidente de la Junta Rodríguez de la Borbolla, que llegó en mangas de camisa debido a la solanera. La A-92, proyectada con motivo de la Exposición Universal de Sevilla, iba a unir en un principio las ciudades de Sevilla y Baza. Tenía que estar preparada para el 92, pero las prisas no son buenas consejeras. Los últimos tramos tuvieron que ser cerrados en varias ocasiones debido a los desprendimientos causados por las lluvias invernales. Y es que, para abaratar y agilizar su construcción, la autovía fue pavimentada con una capa de asfalto de 12 centímetros de espesor, en lugar de los 25 centímetros habituales. Una práctica que abarató su construcción, pero que sus reparaciones costaron muchos millones de pesetas. La primera gran chapuza de la Junta de Andalucía en la que salió a relucir que un director de carreteras (el famoso protagonista del caso Ollero) y sus adláteres habían trincado maletines de dinero de comisiones ilegales. Pocos meses después, a finales de 1989, se destaparía el caso del hermano de Alfonso Guerra, Juan Guerra, que ocupaba un despacho oficial en la Delegación de Gobierno para sus trapicheos. Fue juzgado por los delitos de cohecho, fraude fiscal, tráficos de influencias, prevaricación… Recuerden que estamos en el año de los tramposos.
Ese año hay elecciones generales y las primeras al Parlamento Europeo. Las generales fueron el 29 de octubre y en ellas el PSOE revalida su mayoría absoluta, pero con cierto suspense porque hasta última hora de la noche no se supo. En la provincia granadina, el PSOE consolida su dominio electoral, pero cede un escaño a Izquierda Unida. En las elecciones al Parlamento Europeo salen elegidos María Izquierdo y José Luis Valverde, uno del PSOE y el otro por el PP, partido formado ese año tras la fusión de Alianza Popular con democristianos y liberales.
El último campanero
En el terreno cultural, Rafael Alberti se hermana con García Lorca en el Cinco a las cinco de ese año. Alberti le había prometido a su amigo Federico que lo visitaría en Granada. Pero nunca lo hizo. Así lo recordó en el acto de hermanamiento. También fue un acontecimiento cultural la traída a Granada de los restos mortales de Manuel Ángeles Ortiz a Granada. Había sido enterrado en París, pero su hija hace todo los posible por cumplir con los deseos de su padre, que unos días antes de morir le dijo: "El día en que muera no quiero quedarme en Francia, aquí me voy a aburrir muchísimo. Quiero irme a mi tierra, a Granada", dijo. El pintor se sentía más granadino que jienense porque en la ciudad de la Alhambra era en donde se había formado como artista y donde había pasado toda su juventud. Había pertenecido a la tertulia del Rinconcillo y había sido también un gran amigo de García Lorca. Pero para no desmerecer a la tierra en la que había nacido, el pintor quiso que lo enterraran junto a un olivo de Jaén. Y ahí está su tumba en el cementerio de San José de Granada, a la sombra de un olivo jienense y junto a la tumba de Ángel Ganivet. Un día antes el Centro Artístico de Granada abrió una exposición en la que figuraron, además de los cuadros y dibujos exhibidos unos meses antes en el Museo Pablo Gargayo de Zaragoza, obras cedidas por particulares y amigos del pintor.
El 29 de enero se inaugura en la calle Horno de Abad el nuevo Planta Baja, el local que desde 1983 era un referente de la cultura underground en Granada. El primer Planta Baja fue el escaparate perfecto para aquellas especies urbanas que traería la democracia. Allí se dieron a conocer grupos musicales y artistas que lo tenían difícil en la cultura tradicional. Fue en el nuevo Planta Baja donde el grupo Los Planetas dio su primer concierto y pondría la guinda en esa idea de que Granada era un extraordinario vivero de conjuntos de música pop y rock.
Y sin salirnos de la música, el Festival Internacional de Tango, que había creado en 1988 el inquieto Tato Rébora, trae en su segunda edición al concertista de bandoneón Alejandro Barletta. Ese año el Ayuntamiento de Granada, decide apostar por el certamen que, por su programación y en opinión de los expertos, "es uno de los más importantes de Europa".
En abril de 1989 muere Santiago Martín López. Seguro que a la mayoría de ustedes este nombre no les dice mucho. Pero ese nombre oculta una historia curiosa. Fue el último campanero de la catedral. Vivió los últimos diez años de su vida sin bajar de la estancia en la que vivía en la torre principal inconclusa del templo, en un cuchitril que Alonso Cano utilizaba como taller. Era una persona extraña que incluso criaba animales de granja en el tejado de la catedral: gallinas, conejos y palomas que le servían para su abastecimiento. Los más allegados de este solitario campanero lo consideraban como unas de las personas más fieles y eficientes. Allí pasaba las horas en esa solitaria torre solo para informar a sus vecinos de cualquier evento religioso. Esos mismos allegados eran lo que le ponían en una cesta, que izaba el ermitaño, los alimentos que necesitaba. Unos días antes de morir, tuvo que ser bajado de su cuchitril por los bomberos, que lo llevaron al hospital de San Rafael, donde subió a tocar las campanas del cielo. Tenía 84 años.
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