Ahogado en la Acequia Gorda el Doncel de Sigüenza
Un desbordamiento provocado por los granadinos acabó con la vida de este joven de 25 años; dejaba viuda y una hija. Su sepulcro en Sigüenza es una joya de la escultura gótica funeraria
Tal vez haya algún granadino que recuerde el desbordamiento de la Acequia Gorda ocurrido el 25 de mayo de 1949; las aguas por poco se llevan la estatua de Colón situada entonces en el Salón. Pero al que hoy me refiero es más antiguo. Ocurrió durante la Guerra de Granada y en el verano de 1486; suceso tal vez poco conocido del gran público, aunque muy bien estudiado por los especialistas.
Era la Acequia Gorda un ramal del río Genil, pensado para regar la Vega de Granada y conocido ya en el siglo XI; sirvió para abastecer a la población de la cada vez más amplia Medina granadina. Acequia importante recogida con detalle en la Plataforma de Vico y reproducida por todos los cartógrafos de la ciudad. Sus aguas eran fácilmente controladas por la población musulmana granadina, conocedora perfectamente de todos los secretos del regadío.
En uno de los sucesos de la guerra, tras la conquista de Loja y las tierras de Íllora, Moclín, Montefrío, etcétera, el desbordamiento provocado por los granadinos en una preparada emboscada inundó la Vega y causó la muerte de parte del ejército cristiano. Destacan las crónicas la muerte de don Martín Vázquez de Arce, caballero de la Orden de Santiago, de 25 años de edad, casado y padre de una niña de nombre Ana; luchaba a las órdenes del Duque del Infantado cuando le sorprendió la avenida de la Acequia Gorda del Genil y allí murió.
Quisieron sus padres recuperar el cadáver y enterrarlo definitivamente en la Catedral de Sigüenza (Guadalajara). Una placa de alabastro escrita en letra gótica tras la figura del Doncel recuerda el funesto acontecimiento. Dice así actualizando el texto: "Aquí yace Martín Vázquez de Arce, de la orden de Santiago, que mataron los moros socorriendo al Duque del Infantado… en la Acequia Gorda en la Vega de Granada. Recuperó su cuerpo su padre Fernando de Arce y lo sepultó en esta su capilla en 1486, año en que se tomaron las villas de Loja, Íllora, Moclín y Montefrío, cercos en los que padre e hijo se hallaban". En otra cartela que figura al borde de su pétrea cama sepulcral se lee que fue "muerto en edad XXV".
Enterrado primero en Los Partidores de la Acequia Gorda, hubo que esperar hasta que el Cabildo de la catedral de Sigüenza dio la autorización para el entierro del Doncel en la Capilla de San Juan y Santa Catalina.
El sepulcro es una auténtica joya de la escultura funeraria española; así lo reconocen los especialistas que se inclinan por que fuera el autor Sebastián de Toledo. Representa a la figura de alabastro, recostada, elegantemente vestida con armadura, tocada con bonete y la cruz de la Orden de Santiago en el pecho, con las piernas delicadamente cruzadas, con la mirada perdida, en actitud descansada y manteniendo un libro abierto en sus manos. A sus pies un paje y un animal guardián velan el sepulcro.
Tal vez sea el poema de Antonio Fernández-Galiano uno de los más hermosos al Doncel dedicado. Dice así: Allá, en la Acequia Gorda granadina, / lejos de la ciudad de sus amores,/ oye Martín los recios atambores / anunciando la lid que se avecina. / …Al contemplar la muerte frente a frente, / no pierde la arrogante compostura: / requiere el libro que le da su gente, / el codo apoya, quiebra la cintura, / cruza las piernas y elegantemente, / entra en la eternidad de su lectura.
La preciosa ciudad seguntina se enorgullece de esa inigualable alabastrina obra del arte gótico que inmortaliza al Doncel; y desde Granada recordamos el trágico favor que las aguas de nuestra Acequia Gorda hicieron al joven guerrero. Pero tal vez debido a este histórico suceso ha quedado inmortalizado el Doncel y con él gana también gloria la noble ciudad castellano-manchega de Sigüenza. Sirva este recuerdo para estudiar un posible hermanamiento Granada-Sigüenza.
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