Alergia al frío, una incómoda realidad

¿Quién en este tiempo no ha escuchado las frases "qué ganas de que llegue el frío", "qué alegría de fresquito" o "necesito beber algo frío"? El frío es muchas veces hasta agradable. No un frío que congele hasta el extremo pero sí que haga olvidar el calor vivido en verano o la sensación de bochorno del mes de agosto. Pero cuando se habla del frío no se refiere sólo al ambiental de la estación invernal sino que también están las bebidas, las comidas frías o los helados, sin los que no se concibe un verano.

Pero, aunque parezca increíble, hay personas que no pueden convivir con el frío. No por cuestión de gusto o preferencia de temperatura o estación del año sino por propia salud. Aunque son casos raros, existe la urticaria al frío, una especie de alergia que hace que se produzcan reacciones cuando la persona está en ambientes fríos o ingiere alimentos o bebidas a baja temperatura. Un problema que no es sólo del invierno sino que en verano también afecta por los alimentos del frigorífico o el congelador.

Es decir, si se pasea en pleno mes de diciembre o enero sin guantes o bufanda salen ronchas o hasta lesiones internas, lo mismo que si se toma un helado o una reparadora granizada en verano y hasta la simple agua con hielo o un refresco.

Es un tipo de alergia urticarial que se produce porque las células liberan unos mediadores que producen ronchas al estar, en este caso, en contacto con el frío. Son urticarias físicas.

Así, una persona con urticaria al frío sólo con salir a la calle en invierno, estar en zonas frías o tomar un helado en verano ya nota los efectos y se produce la lesión. "El problema es que la urticaria puede estar localizada en el sitio donde se produce el contacto o generalizada con lesiones a distancia. Y según el sitio tiene más gravedad o menos", explica María Teresa Gutiérrez Salmerón, médico especialista en Dermatología del Hospital Clínico San Cecilio de Granada. Las consecuencias más graves son las que afectan al sistema respiratorio.

La forma de diagnosticar esta 'alergia' es comprobar si hay una reacción al frío, para lo que se aplica el test del cubito, que consiste en aplicar hielo durante unos minutos en el antebrazo del paciente para ver si aparece una reacción. Una prueba que se reserva exclusivamente para los médicos por sus posibles consecuencias.

Si se confirma la reacción el especialista es el que pone el tratamiento. "Lo principal es que no tome helados, no tome bebidas frías, no esté en contacto con agua fría, es decir, evitar el contacto con lo que genera la reacción igual que cuando hay una alergia alimenticia", explica la facultativa. Además, puede recetarse antihistamínicos orales, corticoides orales o incluso adrenalina autoinyectable en función de la severidad del cuadro alérgico.

De hecho, se puede conseguir parar la reacción. En las urticarias crónicas se puede evitar que se libere ese mediador suministrando antihistamínicos durante una temporada larga, de unos seis meses, tratamiento que ha conseguido demostrar cierta mejoría. "Si el proceso es severo se intenta la desensibilización, un proceso que se realiza en el hospital con el consentimiento informado del paciente", dice Gutiérrez Salmerón. Esta terapia consiste en introducir zonas del cuerpo de forma progresiva en agua fría para que se desensibilicen, pero es una medida más severa.

Otras veces remite sola, sin tratamiento alguno.

La mayoría de las veces la urticaria al frío es idiopática (espontánea o de causa desconocida) aunque también hay casos de herencia familiar. El motivo de esta urticaria, por su escasa frecuencia, hay que estudiarlo porque en ocasiones excepcionales puede estar unida con infecciones virales, bacterianas, tumores hematológicos o crioglobulinemias.

Con todo, es una 'alergia' rara pero que tiene sus inconvenientes para el que la sufre.

Además de los tratamientos, las personas que sufren esta urticaria tienen que tomar medidas preventivas durante todo el año. Por ejemplo, en invierno tienen que salir a la calle con guantes, bufanda y hasta gorro para evitar pasar frío y el contacto directo con la piel y en verano están prohibidos de la dieta todos los alimentos demasiado fríos o congelados. Bebidas con hielo, helados, granizados... Todo por evitar que la reacción aparezca en lugares en los que las consecuencias puedan ser graves, como la garganta o el sistema respiratorio.