Pasado con presente incluido

César Valdeolmillos, el inventor de ferias

  • Fue el concejal que trasladó el ferial a Almanjáyar

  • Los granadinos, que al comienzo criticaron la medida, terminaron por aceptar como bueno el nuevo emplazamiento

  • Empezó como locutor de 'Radio Madrid' para finalmente acabar montando una agencia de publicidad en Granada

Durante el encuentro.

Durante el encuentro. / Reportaje gráfico: Andrés Cárdenas

En 1982 pasaron muchas cosas en Granada. Nos visitaron Kissinger, el dictador indonesio Suharto, el primer ministro canadiense Pierre Trudeau y el papa Juan Pablo II, que llegó en 'alsina', como si viniera de Montefrío o de Pinos Puente. También estuvo el Dalai Lama, que vino a dar el visto bueno al centro budista de Bubión. Por entonces gobernaban los socialistas en 140 municipios de los 168 que tiene la provincia. En la capital el alcalde era Antonio Jara. Ese año por fin entró Alberti en Granada y los jóvenes poetas Luis García Montero y Javier Egea ganaron el Adonais y el Juan Ramón Jiménez, respectivamente. En mayo los granadinos hicieron largas colas ante la Basílica de San Juan de Dios para ver a la Virgen llorar sangre. También ese año, que coincidió con el que yo vine aquí desde Jaén a ejercer el periodismo, se quemó la Curia y fue el primero en que la feria del Corpus se celebró en el recinto de Almanjáyar. Algunos de ustedes se acordarán de la gran polémica que se originó con esta decisión, puesto que muchos granadinos se sintieron ofendidos por la creación de un recinto ferial en un lugar tan lejano y tan poco apropiado.

Las cartas al director en los periódicos Ideal, Patria y el recién creado Diario de Granada no hablaban de otra cosa que de la descabellada idea de llevar el ferial al barrio más marginal de Granada. Aquella polémica tenía un nombre propio: César Valdeolmillos Alonso, un madrileño trasplantado a Granada al que, siendo concejal de UCD, se le encargó que buscara un lugar para ubicar el recinto ferial, ya que el sitio en el que se celebraban las fiestas –los paseos del Violón y el Salón– se había quedado pequeño, además de que generaban graves problemas de salubridad. Fue todo un reto para el novato concejal que, sin presupuesto y con muchas manos de la oposición frotándose porque presagiaban el fracaso, consiguió cambiar una tradición de más de un siglo. Hoy, treinta y siete años después, el recinto ferial de Almanjáyar permanece incrustado en la intrahistoria de esta ciudad. Casi nadie imagina ya otro lugar para montar las casetas que no sea éste.

"Aquello fue un reto personal. Los granadinos veían como lo que habían hecho durante toda su vida en las fiestas, desaparecía y con ello desaparecía una parte de su niñez y juventud. Y a esta previsible reacción, había que añadir el profundo temor al emplazamiento elegido, en razón de la depresión cultural, económica y social de parte de los habitantes del barrio, cosa que nunca me preocupó lo más mínimo, ya que estaba seguro de que esta era una oportunidad de oro que al propio barrio se le presentaba para deshacer la leyenda que sobre él se había creado y serían sus propios habitantes los más interesados en demostrar la bondad de la población de la zona. De hecho, en sus ya casi cuarenta años de existencia, jamás se ha producido un incidente grave".

MADRILEÑO DE NACIMIENTO

Para recordar ese momento y otros de aquel año en el que yo vine a trabajar a Granada, llamé a César Valdeolmillos, al que no veía desde hacía tiempo. Le dio alegría saber de mí y enseguida acordamos el encuentro. A pesar de los años, César sigue teniendo esa prestancia que da la altura corporal. Afable en el trato y de fácil sonrisa, gasta una cortesía de personas de otros tiempos. Es de natural cálido y sus modales parecen depender de su propia solidez corporal. Al menos se tiene la impresión de que su relativamente robusta prestancia está en razón directamente proporcional a la prodigalidad de su afecto. Gasta gafas sin montura y tiene una mirada en la que se refleja la autoridad que da la vida y la experiencia. Su voz guarda los rescoldos de la elegancia del locutor de radio que fue. Durante la charla, de vez en cuando su mente se abstrae en busca de las palabras exactas con las que quiere expresar su respuesta, una respuesta que siempre va perfilada por el beneficio del que recuerda siempre a favor de lo que fue y no de lo que pudo haber sido.

En las obras de construcción del ferial. En las obras de construcción del ferial.

En las obras de construcción del ferial.

La cita es en la cafetería del Hotel Princesa Ana. Después de darnos el consabido abrazo de dos amigos que no se ven desde hace años, él me dice que vive enfrente y que allí tengo mi casa.

César Valdeolmillos Alonso nació en Madrid en 1937, en plena Guerra Civil. Su padre conoció a su madre cuando ambos trabajaban en una tienda de confección. Dice César que a pesar de las muchas privaciones, él recuerda una infancia feliz.

Afable en el trato y de fácil sonrisa, gasta una cortesía de personas de otros tiempos

–Tengo buen recuerdo de la escuela pública donde iba, en cuyo patio había un algarrobo que daba de comer a muchos niños. Eran tiempos terribles. De esa escuela pasé a la de San Juan Bautista de Lasalle. Y a los 16 años ya estaba trabajando en una fábrica de camas, sustituyendo a uno que se había ido a la mili. Recuerdo que mi sueldo era de 267 pesetas. Aunque mi verdadera vocación era la radio, aquella radio en la que oía extasiado a Bobby Deglané, a José Luis Pécker… Esos programas de Pedro Pablo Ayuso y Matilde Conesa… La radio era la única distracción gratuita que tenía el pueblo y yo soñaba con trabajar ahí.

Con el papa Juan Pablo II. Con el papa Juan Pablo II.

Con el papa Juan Pablo II.

Sus sueños se cumplieron en 1956 cuando entró a trabajar en Radio España para hacer una sustitución veraniega. Y después en Radio Madrid, la emisora central de la Ser, para hacer programas cara al público.

–En aquellos tiempos en la radio trabajaban actores, locutores, periodistas y profesionales de la comunicación de todo tipo. Allí conocí a José Mallorquí, un monstruo del micrófono. Se hacían seriales de todo tipo. Estuve tres años en Radio Madrid. Hasta que un día fue a la emisora Alberto Machado Cayuso, el dueño de Radio Granada. Su emisora se había asociado a la Ser y necesitaba personal para hacer nuevas programaciones. Me contrató para un año como locutor. Así que me vine a Granada con un contrato de un año. Y aquí sigo. No volví a Madrid porque en Granada conocí a Paqui, mi mujer, con la que me casé en 1960. Todavía había tranvías.

PUBLICISTA DE PROFESIÓN

César me cuenta que ya en Granada comenzó a colaborar con la prensa escrita. Primero con Patria y después con Ideal, además de con otras emisoras cuando dejó Radio Granada.

–En Patria hacía crítica de televisión. La sección se llamaba Ante la pantalla verde. ¿Y sabes? ¡Yo no tenía televisión! La tenía que ver en casa de familiares, amigos o vecinos. Me acuerdo bien del director de Patria, de Eduardo Molina Fajardo, que más que un director era un amigo. Nunca se enfadaba y te echaba broncas pero muy amigables. Un poco más tarde, el subdirector de Ideal, Antonio Márquez Villegas, me dijo que me fuera a colaborar con su periódico. Allí llevé la sección de espectáculos y como era un enamorado de la música, escribía críticas musicales y entrevistaba a cantantes que venían a Granada. La música me ha gustado siempre mucho, me transmite emociones y sentimientos y nunca me ha fallado, siempre me ha sido fiel.

Sus tres hijos y seis nietos a veces le recuerdan cuando se desvivía por los niños y los jóvenes

Pero de colaborar en la prensa no podía vivir, entre otras cosas porque había tres bocas más que alimentar en la familia. Así que monta una agencia de publicidad y se hace publicista, que será su profesión, hasta que en su vida interfiere la política.

–Me llamó un amigo, Francisco Rodríguez Barragán, que estaba en UCD. A mí ese partido me gustaba mucho porque veía a Adolfo Suárez como un buen político y un buen hombre. Me dijo mi amigo si quería entrar en el partido como portavoz y jefe de prensa. Yo creí que se me presentaba una oportunidad maravillosa de contribuir a que los españoles pudiéramos construir una España nueva y moderna. Así que acepté, aunque, la verdad, no tenía ambiciones políticas. Llegué a admirar mucho a Adolfo Suárez, que de vez en cuando tenía reuniones con los portavoces del partido, más que nada para conocer desde abajo la situación en España. Él sabía lo que tenía por arriba, pero no por abajo. Estuve varias veces en su despacho y recuerdo que era un hombre que te hablaba con el corazón. No era el hombre más culto de España pero tenía una gran ilusión por construir una nación nueva. Un día me dijo algo que me emocionó mucho: "César, ya va siendo hora de que los españoles empecemos a querernos". Era un hombre que te conquistaba, te enamoraba, pero nunca te engañaba.

Con Jorge Cafrune, durante su etapa de crítico musical Con Jorge Cafrune, durante su etapa de crítico musical

Con Jorge Cafrune, durante su etapa de crítico musical

César Valdeolmillos entra en la lista de las elecciones municipales del año 1979 con el número 13. En aquellos comicios UCD saca once concejales. Él se queda fuera. Pero por una serie de carambolas del destino (la dimisión de un concejal y la muerte de otro, la crisis del PSA cuando se cambió la Alcaldía de Granada por la de Sevilla, la división en su propio partido…) llega a ser nombrado teniente de alcalde.

–Tras la fractura del PSA, nosotros quedamos en mayoría y pudimos plantear una moción de censura, pero no se planteó. Las conversaciones para formar un nuevo equipo de gobierno las llevan Andrés Villalta, por UCD, y el propio Antonio Jara, por el PSOE. Andrés me propone como primer teniente de alcalde, pero Antonio Jara se niega en principio. Dice que ni hablar, que cualquiera menos yo. Yo por entonces ni lo conocía personalmente, por lo que no sé de dónde venía esa animadversión hacia mí, quizás porque había criticado en prensa su proceder en el tema del Hipergranada. A nosotros nos dieron las migajas: Sanidad, Educación, Participación Ciudadana y la presidencia de la Comisión de Fiestas. Ellos se quedaron con las grandes áreas: Urbanismo, Hacienda y Cultura.

EL RETO

A César Valdelomillos lo nombran presidente de la Comisión de Festejos y desde esa presidencia acometerá el cambio más significativo del Corpus de los dos últimos siglos: cambiar el recinto ferial. César echa su mente a rodar y recuerda:

–El encargo de buscar un sitio para el ferial lo tenía Eladio Fernández Nieto, concejal del PSA, pero ante la crisis en su partido declinó la responsabilidad. Entonces me lo encargan a mí. Yo pregunto en el pleno si había partida presupuestaria y me dicen que no. Pregunto si había dinero para comprar o expropiar terrenos y me dicen que tampoco. A pesar de eso asumo el reto. Lo primero que hice fue ir a hablar con Delfín Velasco, que era el delegado en Granada del Ministerio de Vivienda. Me dice que había unos terrenos por Almanjáyar que estaban vírgenes que ellos habían cedido pero que el Ayuntamiento no había recepcionado. Consigo que se haga y digo en el pleno que ya tenemos terrenos.

En 1982, como organizador de la cabalgata de Reyes, junto al poeta Luis Rosales y el periodista Tico Medina que hizo de Baltasar. En 1982, como organizador de la cabalgata de Reyes, junto al poeta Luis Rosales y el periodista Tico Medina que hizo de Baltasar.

En 1982, como organizador de la cabalgata de Reyes, junto al poeta Luis Rosales y el periodista Tico Medina que hizo de Baltasar.

Eso era julio o así y había que hacer una redacción del proyecto y adecuar esos terrenos. Muchos concejales de la oposición se frotaban las manos porque creían que no iba a ser posible. Me habían puesto una cáscara de plátano y esperaban que resbalara. Pero me lo tomé como un reto personal y me dediqué en cuerpo y alma a tener listo el recinto. Propongo entonces que la redacción del proyecto la hiciera Urbanismo, que llevaba José Miguel Castillo Higueras, y acepta, pero llega octubre y la redacción del proyecto no se ha hecho. En enero me dicen que no pueden hacerlo. Es entonces cuando se contrata al arquitecto Eduardo Ortiz. Éste presenta el proyecto en marzo, se aprueba y se dotan 40 millones de pesetas para el desmonte de los terrenos. Entonces un equipo y yo nos vamos a Sevilla para informarnos sobre la infraestructura que ellos utilizaban para su feria. Me acuerdo que corrían las apuestas sobre si iba a tener o no el ferial listo para el Corpus. Y para más colmo, en mayo se inicia una huelga en el metal, por lo que la construcción quedó paralizada. Hablé con Jara para ver si él podía hacer algo y al final me permitieron contratar a trabajadores de Córdoba. Pedí 30 millones más para acabar la construcción y me los concedieron, así que aquel ferial costó 70 millones de pesetas. Al final el ferial se inauguró. Debo decir que si no llega a ser por la colaboración de los funcionarios, no hubiera sido posible. Todos se volcaron y muchos trabajaron a destajo para que no faltara ese año la feria en Granada.

En 1958, en sus comienzos en Radio Madrid. En 1958, en sus comienzos en Radio Madrid.

En 1958, en sus comienzos en Radio Madrid.

César me cuenta que ahora pasa el tiempo escribiendo colaboraciones para periódicos y leyendo filosofía, que le hace pensar y concluir que la vida merece la pena vivirla. Olvida, no ve sin pensar. Tiene tres hijos y seis nietos que a veces le recuerdan que hubo un tiempo, cuando trabajaba en la radio, en el que se desvivía por los niños y los jóvenes.

–¿Subes mucho por el ferial, César?

–He subido mucho. Ya no. ¡Tengo 81 años!

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