Granada

Granada y Jaén, favor por favor

  • Alojamos a los de Baeza en el Albaicín, recibimos a Alhamar de Arjona y luchamos en Bailén. Y dicen que con el dinero que se pagó por el rescate del obispo jiennense fue construida la muralla de Granada

UNO de los muchos encantos que tiene el estudio de la historia es recordar los lazos de solidaridad entre los pueblos y sus gentes; no es bueno 'memorizar' sólo los capítulos de desavenencias y enfrentamientos, también conviene dar a conocer los favores, préstamos o intercambios que suavizan las relaciones y ennoblecen la convivencia.

Hemos entresacado algunos momentos de los muchos que hubo a lo largo de los siglos en los que Granada y Jaén aparecen más unidas y no sólo por la buena vecindad ni por el nombre del aeropuerto.

A lo largo del año en que estamos se conmemora el segundo centenario de la Batalla de Bailén, celebrada en aquel caluroso mes de julio de 1808; calor sofocante que a duras penas pudo mitigar el cántaro de agua fresca que la heroína María Bellido arrimó a los soldados; si hubiera sido agua de Lanjarón o de la Sierra de Cazorla la guerra hubiera terminado antes. Una buena parte del ejército que venció al general Dupont era precisamente de granadinos, mandados por el mercenario suizo Teodoro Reding, mariscal de campo, gobernador militar en Málaga, verdadero artífice de la victoria, aunque se le achaque todo el mérito al general Castaños. Así es que cupo a ese regimiento de la Junta de Granada la gloria de ser en Bailén el gran vencedor de los ejércitos de Napoleón.

También fue Granada la que acogió a los maltratados habitantes de Baeza cuando, allá por el año 1212, tras la Batalla de las Navas de Tolosa, Alfonso VIII de Castilla obligó a huir a los almohades, que acabaron alojados en nuestro Albaicín (Al- Baecín). Dicen que el barrio se llama así porque allí se asentaron los de Baeza.

Pero es que unos años después, también Granada recibe a otro ilustre jaenero, el señor de Arjona, Ibn Al-Alhamar ben Yusuf, que funda en Granada la dinastía nazarita hacia 1237 y construye la Alcazaba en la desértica colina de la Sabika subiendo casi milagrosamente el agua del Darro. Gritaban de alegría los granadinos dando la bienvenida a este héroe y llenaron los muros de la Alhambra con su simbólico escudo. Dios o Alá se lo pague, porque a partir de ahí se fueron construyendo luego los palacios y las demás edificaciones nazaritas. Nunca un inmigrante musulmán ha dejado en esta ciudad tanta riqueza.

la cerca de don gonzalo

Todos esos favores de Granada hacia Jaén tuvieron una recompensa que precisamente ha dado mucho que hablar y escribir últimamente. Todavía contemplamos su vetusta huella cruzando el cerro del Aceituno y la ermita de San Miguel en la corona del Albaicín.

Dicen que fue con el dinero del rescate que pagó el prisionero Gonzalo de Zúñiga, obispo de Jaén, con el que se levantó la Muralla de Granada, conocida como la Cerca de Don Gonzalo, a mediados del siglo XV. Es verdad que otros estudiosos la remontan al siglo anterior, pero también se debía a otro obispo de Jaén, llamado Pedro Pascual, del que se cuenta que, después de pagar los gastos de la muralla a los musulmanes granadinos, prefirió seguir cautivo a cambio de liberar a otros trescientos prisioneros cristianos; tal vez por eso lo hicieron mártir y santo.

Una bonita leyenda del abate Soler de la Fuente habla de que el noble moro granadino Reduan hizo prisionero a Don Gonzalo para que, a cambio de que costeara la muralla, el rey Ismail de Granada dejara libre a la esclava Jarifa, de la que el granadino estaba enamorado. Construida la muralla, Reduan y Jarifa fueron felices. Una bella historia de amor entre granadinos gracias al dinero de Jaén.

Desde luego, ninguno de los dos obispos que cita la historia podría suponer lo que luego se ha formado con la rehabilitación de la dichosa muralla por el arquitecto Jiménez Torrecillas, pero, de todas maneras, muchas gracias a la provincia vecina por el dinero de aquella primitiva cerca. Aunque no nos vendrían mal, además, unos cuantos bidones del buen aceite de oliva que allí se moltura. Y si pudiera ser virgen extra, mejor que mejor. Favor por favor. Es lo bueno que tiene la memoria histórica.

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