Granada

Granada 'libera' al Sahara

  • Un total de 150 familias acogen este verano en su hogar a los niños que cada año llegan a Granada procedentes de los distintos campos de refugiados de la República Árabe Saharaui Democrática

El Movimiento de Liberación del Sahara va camino de convertirse en un hito gracias, en parte, a la unificación de las políticas internacionales, orientadas a devolver la soberanía a la población de esta nación sin estado bajo el gobierno de Marruecos. Pero quizás sea en el plano humanitario donde los ciudadanos, en concreto las familias españolas, mejor puedan contribuir al desarrollo de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

Este año 150 familias granadinas han decidido dar una segunda oportunidad a aquellos niños de entre 8 y 12 años que, aún encontrándose fuera de las zonas más violentas, han tenido que padecer el clima de hostilidad que se vive en los distintos campos de refugiados del Sáhara Occidental. El programa Vacaciones en Paz es una iniciativa puesta en marcha en la década de los ochenta por las mujeres saharauis y que ahora articula la Asociación de Amistad con la RASD, a través de sus distintas filiales.

El miedo que en un primer momento suele invadir a las familias de acogida se disipa una vez que los niños ponen el pie en nuestro país y todas las dudas sobre la estancia de los pequeños se tornan en ilusión. Es el caso de Conchi Valero, madre de acogida de Nasra en su primera visita a España. Conchi entiende la estancia de la niña como un proceso de aprendizaje conjunto, ya que las dificultades de adaptación no son exclusivas de los pequeños: "Al igual que ellos tienen que hacer un pequeño esfuerzo para asimilar todas las cosas nuevas que tienen a su alrededor, los padres tenemos que poner empeño en entenderlos", explica. Una tarea que se antoja fácil gracias al interés que muestran los propios niños por dar a conocer los entresijos de su cultura. "Están muy predispuestos a aprender, pero también se preocupan mucho de mostrarnos las diferencias entre nuestros estilos de vida", comenta Conchi.

Pero hay familias que pisan sobre seguro al repetir la experiencia año tras año. Carmen Mora ha recibido en su hogar a la pequeña Mariam por tercer verano consecutivo y asegura que así seguirá siendo hasta que la niña alcance los 12 años de edad. Carmen considera que, además del beneficio que obtienen los niños en acogida, la experiencia supone un aprendizaje impagable para sus tres hijas biológicas. "Este viaje les cambia la vida a los pequeños, pero al mismo tiempo sirve para que mis niñas aprendan sobre otra realidad y valoren más ciertos privilegios que tenemos en nuestra sociedad", argumenta.

Amplia es también la experiencia con la que cuenta Maribel Yáñez tras nueve años relacionada con la asociación, los últimos como vicepresidenta, se ha hecho cargo de Gabala. Aunque es la primera vez para la pequeña, Maribel sabe cómo tratarla y ve en la evolución de los saharauis la razón perfecta para seguir colaborando. "Ver las caras de sorpresa que ponen ante las cosas nuevas es impagable. Y los resultados positivos saltan a la vista, algunos llegan a coger hasta ocho kilos de peso", explica.

Durante dos meses los niños tendrán cubiertas sus necesidades más básicas en lo que a alimentación, sanidad y afecto se refiere. Un espacio de tiempo suficiente para mejorar notablemente la calidad de vida de los saharauis, pero no para saciar las ansias de ayudar de las familias que cada final de agosto pasan por el duro trance de la despedida. Es tanta la empatía que llegan a sentir las familias durante la estancia de los pequeños, que hay lugar para todo tipo de anécdotas. Fernando Aguijosa, presidente de la Asociación Granadina de Amistad con la RASD, recuerda con cariño una ocasión en la que por un error administrativo uno de los niños viajó a Galicia en lugar de a Granada. "En cuanto averiguamos en donde se encontraba el niño, los padres adoptivos cogieron su coche privado y viajaron a Galicia para solucionar el papeleo y poder traerlo a casa. Ya conocían al chico de años anteriores y hicieron los imposible para que pasara ese verano con ellos", cuenta. Para Fernando, el trabajo que realizan desde la asociación persigue un objetivo: hacer posible que no sea necesario este tipo de programas para que el Sahara avance. "Nuestro mayor reto es que los saharauis puedan venir de vacaciones de verdad y no por la necesidad de cubrir las carencias de su país de origen".

El presidente de la asociación, fuertemente vinculado al movimiento político, entiende esta iniciativa como una herramienta más en la que apoyarse para lograr la aplicación real de las distintas resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas, ONU, en las que se establece la independencia del Sahara Occidental. "La labor humanitaria es básica, pero no se puede ignorar el terreno político y la responsabilidad sobre esos territorios de la comunidad internacional", aclara.

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